Miguel Ocaña quiere leer Blood in the Machine de Brian Merchant
Blood in the Machine por Brian Merchant
The true story of what happened the first time machines came for human jobs, when an underground network of 19th …
🌵🤓🧠📖 INTJ 🔻 Anticapitalista 🔍Curioso en constante búsqueda ☯️ Estoicismo y filosofía 📚 Me refugio en los libros. Géneros preferidos: - 🐉⚔️ Fantasía - 🌌🚀 Sci-fi
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The true story of what happened the first time machines came for human jobs, when an underground network of 19th …
«Lo único que merece la pena es la educación —escribe en el siglo II un seguidor de este culto—. Todos los otros bienes son humanos y pequeños y no merecen ser buscados con gran empeño. Los títulos nobiliarios son un bien de los antepasados. La riqueza es una dádiva de la suerte, que la quita y la da. La gloria es inestable. La belleza es efímera; la salud, inconstante. La fuerza física cae presa de la enfermedad y la vejez. La instrucción es la única de nuestras cosas que es inmortal y divina. Porque solo la inteligencia rejuvenece con los años y el tiempo, que todo lo arrebata, añade a la vejez sabiduría. Ni siquiera la guerra que, como un torrente, todo lo barre y arrastra, puede quitarte lo que sabes».
— El infinito en un junco por Irene Vallejo (Página 190)
He crecido, pero sigo manteniendo una relación muy narcisista con los libros. Cuando un relato me invade, cuando su lluvia de palabras cala en mí, cuando comprendo de forma casi dolorosa lo que cuenta, cuando tengo la seguridad —íntima, solitaria— de que su autor ha cambiado mi vida, vuelvo a creer que yo, especialmente yo, soy la lectora a quien ese libro andaba buscando.
— El infinito en un junco por Irene Vallejo (Página 141)
Al pasar las hojas, el pergamino crepi- taba. El susurro de los libros, pensé, es distinto en cada época.
— El infinito en un junco por Irene Vallejo (Página 63)
Advertencia de contenido Maldición para el que roba libros o no los devuelve
las amenazadoras palabras inscritas en la biblioteca del monasterio de San Pedro de las Puellas de Barcelona, que encuentro citadas en Una historia de la lectura, de Alberto Manguel: «Para aquel que roba, o pide prestado un libro y a su dueño no lo devuelve, que se le mude en sierpe la mano y lo desgarre. Que quede paralizado y condenados todos sus miembros. Que desfallezca de dolor, suplicando a gritos misericordia, y que nada alivie sus sufrimientos hasta que perezca. Que los gusanos de los libros le roan las entrañas como lo hace el remordimiento que nunca cesa. Y que cuando, finalmente, descienda al castigo eterno, que las llamas del infierno lo consuman para siempre».
— El infinito en un junco por Irene Vallejo (Página 47)
El libro ha superado la prueba del tiempo, ha demostrado ser un corredor de fondo. Cada vez que hemos despertado del sueño de nuestras revoluciones o de la pesadilla de nuestras catástrofes humanas, el libro seguía ahí. Como dice Umberto Eco, pertenece a la misma categoría que la cuchara, el martillo, la rueda o las tijeras. Una vez inventados, no se puede hacer nada mejor.
— El infinito en un junco por Irene Vallejo (Página 20)
@SrMoshuelo Has leído "El día antes de la Revolución" ? Sé que es un relato de Odo, pero sólo lo he visto ilustrado por 18 eurazos, y de primeras muy caro!
Qué maravilla de libro... Me ha encantado, y me ha dado mucha pena terminarlo.
Muy importante el momento en que ha llegado a mí, ya habiendo leído muchos libros de la gran Úrsula, comprendiendo mejor su escritura y las obsesiones alrededor de los que gira.
Por otra parte el tema del libro, con esa fantasía valiente, reivindicativa y dispuesta a crear posibilidades de futuro, derribando muros con un enfoque humanista brutal. En ocasiones rozando el panfleto retador, poniendo el dedo en la llaga con precisión sobre muchos de los problemas que siguen igual o peor 50 años después de haber sido escrito.
También me encanta el cuidado que tiene con las palabras, en este caso evitando los posesivos y modelando una forma de pensar. En Terramar las palabras también son importantes. Es maravilloso notar cómo trabaja esto.
En definitiva, aborda muchos de los temas que me preocupan en una fantasía …
Qué maravilla de libro... Me ha encantado, y me ha dado mucha pena terminarlo.
Muy importante el momento en que ha llegado a mí, ya habiendo leído muchos libros de la gran Úrsula, comprendiendo mejor su escritura y las obsesiones alrededor de los que gira.
Por otra parte el tema del libro, con esa fantasía valiente, reivindicativa y dispuesta a crear posibilidades de futuro, derribando muros con un enfoque humanista brutal. En ocasiones rozando el panfleto retador, poniendo el dedo en la llaga con precisión sobre muchos de los problemas que siguen igual o peor 50 años después de haber sido escrito.
También me encanta el cuidado que tiene con las palabras, en este caso evitando los posesivos y modelando una forma de pensar. En Terramar las palabras también son importantes. Es maravilloso notar cómo trabaja esto.
En definitiva, aborda muchos de los temas que me preocupan en una fantasía propositiva, retadora y genial escrita, con una maravillosa filosofía taoísta de fondo.
Un 10.
Ganadora de los premios Hugo, Nebula, Locus, Jupiter y Prometheus. Shevek, un físico, originario de Antares, un planeta aislado y …
Lo tomó muy bien, lo de ir allí, con mucho estoicismo. Los niños pequeños son estoicos. Lloran por un simple porrazo, pero las cosas grandes las toman como vienen, no lloriquean como tantos adultos.
— Los desposeídos por Ursula K. Le Guin (Página 384)
Advertencia de contenido El dolor que nos une
El vínculo que nos une está más allá de toda posible elección. Somos hermanos. Somos hermanos en aquello que compartimos. En el dolor, en ese dolor que todos nosotros hemos de sufrir a solas, en la pobreza y en la esperanza reconocemos nuestra hermandad. La reconocemos porque hemos tenido que vivir sin ella. Sabemos que para nosotros no hay otra salida que ayudarnos los unos a los otros, que ninguna mano nos salvará si nosotros mismos no tendemos la mano. Y la mano que vosotros tendéis está vacía, como lo está la mía. No tenéis nada. No poseéis nada. No sois dueños de nada. Sois libres. Todo cuanto tenéis es lo que sois, y lo que dais.
— Los desposeídos por Ursula K. Le Guin (Página 362)
Él se había propuesto negociar con ellos, la idea de un anarquista iluso. El individuo no puede negociar con el Estado. El Estado no reconoce otro sistema monetario el del que poder, y él mismo acuña las monedas.
— Los desposeídos por Ursula K. Le Guin (Página 329)
Advertencia de contenido Anarquismo y trabajo con propósito
«Un niño libre de la culpa de la propiedad y el peso de la competencia económica crecerá con el deseo de hacer lo que necesita hacer, y con la capacidad de disfrutar lo que hace. Es el trabajo inútil lo que enturbia el corazón. El deleite de la madre que amamanta, del estudioso, del cazador afortunado, del buen cocinero, del artesano hábil, de cualquiera que hace un trabajo necesario y lo hace bien, esta alegría perdurable es tal vez la fuente más profunda de la afectividad humana y de la vida en sociedad».
— Los desposeídos por Ursula K. Le Guin (Página 300)
Advertencia de contenido Sobre la mercantilización del arte
Al pasar por una ventana de una planta baja con la inscripción Galería de Arte, entró, pensando huir de la claustrofobia moral de las calles y reencontrar en un museo la belleza de Urras. Pero en todos los cuadros de aquel había etiquetas con precios adheridas a los marcos. Se detuvo a contemplar un desnudo de mujer hábilmente pintado. La etiqueta indicaba 4.000 UMI.
—Es un Fei Feite —le dijo un hombre trigueño que había aparecido junto a él sin hacer ruido—. Hace una semana teníamos cinco. La gran sensación en el mercado de arte dentro de poco. Un Feite es una inversión segura.
—Cuatro mil unidades es el dinero que cuesta mantener a dos familias durante un año en esta ciudad —dijo Shevek.
El hombre lo inspeccionó y dijo, arrastrando las palabras: —Sí, bueno, pero vea usted, señor, esta es una obra de arte. —¿Arte? Un hombre hace arte porque tiene que hacerlo. ¿Por qué hicieron esta pintura? —Usted es un artista, supongo —dijo el hombre, ahora con desembozada insolencia.
—No, ¡soy un hombre que reconoce la mierda cuando la ve!
— Los desposeídos por Ursula K. Le Guin (Página 256)