Manuel Monroy Correa valoró La tarjeta postal: 5 estrellas

La tarjeta postal por Jacques Derrida
Tú sitúas el tema del libro: entre correos y movimiento analítico, principio de placer e historia de las comunicaciones, tarjeta …
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Tú sitúas el tema del libro: entre correos y movimiento analítico, principio de placer e historia de las comunicaciones, tarjeta …
Con este libro no sólo aprendí hace mucho, que Häagen-Dazs no es ni apellido ni nada, excepto un nombre inventado con propósitos mercadoténicos, sino sobre la manera en que el lenguaje funciona, digamos, como un sistema cuya estructura damos por hecho, de una manera particular desde la escritura. Con Häagen-Dazs se dan por dados contextos, formas de los lenguajes no comunes al propio, pero en realidad «no dice nada» o bien, cumple expectativas de sentido fuera de las estructuras semánticas de la lengua de la que proviene.
Este es un ejemplo en el libro, pero Harris tiene aún más que decir por ahí. Muy cerca de la semiótica a finales del s. XX.
Es difícil hablar de un libro así, excepto por lo obvio (documentado, lleno de información y ejemplos). Lo leí hace mucho pero sigue siendo una referencia obligada e interesante. Eliade no es el único referente importante en este tema pero sin duda ha dejado su huella en sus conceptos de lo sagrado, lo profano, lo hierofántico, etc. Yo disfruto mucho este tipo de lecturas.
Creo que este libro es original en tanto que crítica y su método; nace también de una ansiedad semejante en tanto que lectura. La gran esfera en la que vive, su negación, es decir: lo que le hace casi imposible de realizar, es su marcada enunciación anglosajona y el prejuicio acerca de los «grandes poetas».
Tal vez no podría esperarse del autor de El canon occidental que tomara a poetas preeminentes de la literatura europea para hablar de algo muy interesante. «Grandes obras; grandes autores», ¿grandes críticos? Seguro Bloom se veía a sí mismo como el tercero excluido, pero grande... Por lo demás, no puedo negar que me agrada la noción de la angustia por las influencias y la «superación» de un discurso poético en tanto que malinterpretación por parte de quien supone «superarlo».
Dos artículos y dos conferencias sumamente interesante. En mi caso, las conferencias resultan ser muy reveladoras en cuanto a la relación de la liturgia y el derecho como expresión del poder, así como la «otra ontología» que habla, no de lo que es, sino de lo que «debe ser»; algo que difiere el discurso filosófico occidental.
Es una idea, la del infinito, revolucionaria para su época. Sobre todo, cuando fue planteada por un hermetista y cabalista cristiano, con repulsión por la Iglesia. Lo malo fue que hiciera caso de las autoridades católicas para «debatir» las ideas de este tratado, porque les parecían muy interesantes. Entonces la inquisición lo juzgó y lo mataron. El cosmos iba a caer y el día había llegado.
Este libro tiene una narración impecable. La primera persona y la noción de culpa zumban por todos lados; el deseo incontenible, etc. En el peliculón Captain Fantastic Kielyr la hija de Ben menciona que la novela le hace sentir simpatía por Humbert pero no puede dejar de sentir, a la vez, repulsión por él, porque es un pedófilo. Sin duda.
Esta perspectiva mesiánica de Benjamin remite de inmediato a la esperanza de incidencia metahistórica del Mesías. Como si se emparejara el autor alemán con sus congéneres talmudistas y no se tuviera ahora otra opción más que realizar de forma secular este tikkun olam de manera política. Y así, el final de toda la reflexión benjaminiana está trasladada hoy por filósofos como Rancière y su noción de la «repartición de lo sensible» porque Benjamin, al final, habla del arte... El arte es lo único que puede salvarnos ahora si no es que ya lo hizo y en su conciencia irónica -se entiende antimesiánica-, en esa tendencia que la crítica marxista da cuenta, desarticula los mecanismos de la representación para mostrar, finalmente, que no hay más que teatro, enunciación, locura descarnada.
Cuánta profundidad en esta diferencia entre artista y lo común y corriente..., tan sólo para descubrir que la nostalgia en la Modernidad, esa nostalgia y esa diferencia artística, esa sensibilidad de la catástrofe del mundo y el anhelo de algo mejor, está en lo burgués, de donde sale. La burguesía como nostalgia. Emparentado con La muerte en Venecia, Tonio Kröger sucumbe a, o sublima la frivolidad.
En el morbo de la adolescencia y la intriga de conocer la vida cotidiana de una figura como Jim Morrison, este libro del mal ejemplo me introdujo por primera vez a los «poetas malditos», al menos como referente poético de la extraña (o vaya usted a saber) poesía del cantante estadunidense. Y sí, los busqué sin hallar gran cosa. Tiempo después, leí a Rimbaud y comenzó mi gusto por la poesía. Me olvidé del Morrison.
Existe un manga de terror (Tomie, de Junji Ito) que leí hace tiempo y hubo algo que me intrigó sobremanera por lo que implicaba el patrón macabro sobre el objeto de deseo.
La influencia y el carácter de dicho patrón vienen de este libro. Podría decirse que, si Junji Ito leyó a Lichberg, plasma muy bien esa fascinación.
Posiblemente Derrida no podía faltar a reflexionar sobre la tradición hebrea... Tomar por motivo de pensamiento la tradición bíblica de la llamada akedat Ytzjak («atadura de Isaac») para hablar de responsabilidad y perdón; de acontecimiento y literatura, una literatura que pide perdón por no decir...