Señó Moshuelo terminó de leer Transmutación de Isaac Álvarez Félix (Mirto poesía, #36)
Parece que es cierto eso de que la poesía no la lee nadie y que los que la leemos también la escribimos. Pero yo creo, porque lo he visto y lo veo cada día, que somos seres preparados para el lenguaje poético y este no está solo en los poemas, ni solo es lenguaje. Veo constantemente a la gente vivir en poesía y eso me calma y me da esperanza.
Pero también creo que como somos animales adaptados a lo poético, todes, sin excepción podemos sentir, ver, buscar, tener hambre de y también escribir poesía. Esto también lo he visto con estos ojitos pitiñosos que estan siempre deseando abrirse como platos ante formas de decir como las que se encuentran en este libro.
Porque la que me conoce ya sabe lo pesadísimo que puedo ser hablando sobre poesía y este poemario me da muchos hilos de los que …
Parece que es cierto eso de que la poesía no la lee nadie y que los que la leemos también la escribimos. Pero yo creo, porque lo he visto y lo veo cada día, que somos seres preparados para el lenguaje poético y este no está solo en los poemas, ni solo es lenguaje. Veo constantemente a la gente vivir en poesía y eso me calma y me da esperanza.
Pero también creo que como somos animales adaptados a lo poético, todes, sin excepción podemos sentir, ver, buscar, tener hambre de y también escribir poesía. Esto también lo he visto con estos ojitos pitiñosos que estan siempre deseando abrirse como platos ante formas de decir como las que se encuentran en este libro.
Porque la que me conoce ya sabe lo pesadísimo que puedo ser hablando sobre poesía y este poemario me da muchos hilos de los que tirar.
Desde el trabajo rítmico a las imágenes quebradas gracias al riesgo de funambulista de la pausa versal; desde la hondura expresiva, pasando por la riqueza de las imágenes puesta al servicio de la expresividad, hasta el tono ascendente que nos llega a ensimismar (gracias a lo ritmico en que se apoya, que ya lo dije arriba) y a sacarnos de nuestra prosaica necesidad de entenderlo todo.
Pero lo que más me ha llegado ha sido la sensación de que aquí se ha puesto toda la carne, las verduras, la fruta y hasta los postres en el asador. Sí, este es uno de esos libros de un yo en demolición, que falta que hace que se desempolven y desempelusen los ombligos. Un yo no ególatra se nos sincera y nos hace de espejo para que sintamos el gusto que da desparasitarse de cordura, inercia y normalidad.
Bueno, que os recomiendo esta maravilla. También, siempre, que os dejéis llevar por la poesía, recordad, semo animalico poético.




