Señó Moshuelo valoró Deportado 4443: 5 estrellas
Deportado 4443 por Ioannes Ensis, Carlos Hernández de Miguel
Antonio Hernández Marín pasó cuatro años y medio encerrado tras las alambradas nazis de Mauthausen. Más de cinco mil quinientos …
Poesía, libros y alpiste. Escampaos y bandolerismo. Si bajo de la rama soy Víctor Briones Antón
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Antonio Hernández Marín pasó cuatro años y medio encerrado tras las alambradas nazis de Mauthausen. Más de cinco mil quinientos …
Destaca sobre manera el cómo está escrito, palabras que desdicen, frases sincopadas, verbos meteorizados. No es una escritura que llegue a entenderse pero sí que nos alcanza, desde lo fragmentario y lo parcial. Entre las grietas de ese lenguaje estallado vemos rabia y deseo por una justicia que jamás llega, vemos reivindicación y mirada hacia uno mismo, mirada crítica. Un texto que no es fácil y que está hecho para que cale no para ser entendido. Y aún así, desde el hueco que cada uno portamos, porque necesitamos entender y completar, lo hacemos, algo emerge titubeando de estas páginas.
Qué os cuento yo ahora de este libro que me ha dejado aniquilado y emergiendo al mismo tiempo, seco como mojama en flor, por poner alguna pavada que se le aproxime. El tocho en cuestión es de esas obras que te va a pedir que te quedes, que aguantes, que respires hondo. Sus párrafos están llenos de violencia que llega a ser hasta complicada de tolerar; nada de esa explícita y espectacularizada, que también, a la que ya estamos acostumbradas gracias (no) a los pericos de Jólibu. Contra este dolor no hay vacuna ni antídoto, hay que estar dispuesto a experimentarlo. Esta es una historia sobre cicatrices en todo el cuerpo y en todo el ser, imborrables, destructivas, pero también fértiles y dadoras de otros caminos posibles. Porque creo que de eso trata la novela, de gente doliente, de tres seres aislados que al encontrarse se reflejan los unos en …
Qué os cuento yo ahora de este libro que me ha dejado aniquilado y emergiendo al mismo tiempo, seco como mojama en flor, por poner alguna pavada que se le aproxime. El tocho en cuestión es de esas obras que te va a pedir que te quedes, que aguantes, que respires hondo. Sus párrafos están llenos de violencia que llega a ser hasta complicada de tolerar; nada de esa explícita y espectacularizada, que también, a la que ya estamos acostumbradas gracias (no) a los pericos de Jólibu. Contra este dolor no hay vacuna ni antídoto, hay que estar dispuesto a experimentarlo. Esta es una historia sobre cicatrices en todo el cuerpo y en todo el ser, imborrables, destructivas, pero también fértiles y dadoras de otros caminos posibles. Porque creo que de eso trata la novela, de gente doliente, de tres seres aislados que al encontrarse se reflejan los unos en los otros, se enmarañan, se utilizan y se hacen daño porque del daño vienen; de maltratos, abandonos, desestructuración familiar y adicciones, menuda herencia arrastran los gachones. Pero también trata de viajes espirituales y psicológicos, de aventuras despaciosas por el territorio neozelandés, de la belleza, de la contemplación, de redención, de la humanidad fuera de la civilización, de gente rota que intenta comenzar de nuevo. Atentos lectogrumetes al estilo, a mí me ha parecido un primor y una valentía, pero entiendo que pueda resultar algo complicado de acoplar con lo que hoy se lleva, ese decir directo y sin muchos rodeos al que nos acostumbran y que vale, está muy bien, pero para bajar a ciertos abismos es claramente insuficiente. Aquí el lenguaje se parte, el punto de vista del narrador es cambiante, está lleno de apartes, de digresiones, de atajos y retahílas divagantes. Pero qué belleza, cómo se va adaptando la narración a lo que se quiere contar, cómo se usa el retorcimiento del decir para generar un acceso al mundo íntimo de los personajes, un mundo al que sentimos que no podríamos haber llegado desde una narración más estandarizada. El último tramo, como avío extra, trae viajes lisérgico-chamánicos; tres, uno por prota, cada uno desde un punto concreto de su ruina. Viajes altamente sensoriales, emocionales y emocionantes, con la muerte presente tocando la guitarra, con la amenaza pendiendo de un hilo, prometiendo a cada revuelta de la calle la aniquilación. No me meto en la variedad temática que a veces se opaca ante la potencia expresiva que atornilla la autora en las vidas de los tres actores principales, pero también hay cabos sueltos, pequeños cebos o riachuelos narrativos, en los que se nos habla de religión, de vida comunitaria, de sociedad quebrada, de formas de amor… Mucho, mucho contenido en envoltorio con saborcillo estrafalario, casi weird, con la guinda de que se usa en muchas ocasiones el habla maorí en crudo, como parte de esa gozosa mezcolanza expresiva que es esta historia (tranquis, hay apéndice de traducción). No quiero alargaros mucho la loa, mi intención es solo transmitir que este libro tiene ese algo especial que hace a algunas obras depositarias de verdades que redimen, es un repositorio de vida a la vez que una caja de Pandora Premium con extra de amenaza. Literatura capaz de desvelar la amplitud de la vida, de sacarnos del aquí tan estructuradito y sacudirnos costumbre, conducta y sentidos. Preparad el valor para versentir el desgarro de eso que también somos los humanos.
El mar alrededor es una de las obras literarias más importantes y ricas de la narrativa neozelandesa contemporánea. Tras el …
Empiezo mi lectura navideña de este clásico y lo hago con las apañeras de #lecturascasaarbol
Si queréis saber de que va este club de lectura podéis cotillear en mastodon a traves der jasta, allí esta todo.
Esta novela es de 1984 y la prota habla de su asexualidad, de forma clara y diáfana, identificando también lo que provoca en los demás. El otro prota, bueno son tres protas en total en realidad, reconoce y acata, parece entender, al menos en un primer momento, de lo que le habla. Con esto me voy al asunto del acogimiento y el respeto por las rarezas, al hecho de que basta con ver y reconocer; nombrar y ya es cuestión ajena, el respeto es un acto cotidiano y necesario para que la vida siga. Cuidar del otro y de una misma, visualizar lo roto y lo distinto para vivir sin tanto juicio y castigo. Parece sencillo, lo es si nos ponemos a ello, siempre lo ha sido, no hay que esperar que venga de arriba o de la norma, empieza en nosotros que somos mejores que el molde al que …
Esta novela es de 1984 y la prota habla de su asexualidad, de forma clara y diáfana, identificando también lo que provoca en los demás. El otro prota, bueno son tres protas en total en realidad, reconoce y acata, parece entender, al menos en un primer momento, de lo que le habla. Con esto me voy al asunto del acogimiento y el respeto por las rarezas, al hecho de que basta con ver y reconocer; nombrar y ya es cuestión ajena, el respeto es un acto cotidiano y necesario para que la vida siga. Cuidar del otro y de una misma, visualizar lo roto y lo distinto para vivir sin tanto juicio y castigo. Parece sencillo, lo es si nos ponemos a ello, siempre lo ha sido, no hay que esperar que venga de arriba o de la norma, empieza en nosotros que somos mejores que el molde al que nos arrojaron.
Qué libro, ñoras y ñores...
Si te gusta la música y la poesía, si eres de esos, ya sabes. Hay además mucha hondura en estos versos, desde las vidas concretas de algunos músicos, sobre todo del malogrado jeff Buckley, a las nuestras, ese es el recorrido que hacen los textos: hilvanar y tramar para mostrarnos cómo todes venimos y vamos al mismo doloramor.
Alicante, 1983). Ha publicado los poemarios Veintinueve días de abril y marzo (DisparaLaPalabra, 2012), Todas las ciudades del fuego (Difácil, …
Me he divertido muchísimo. La imaginación disparada de estos relatos sobre bichos varios de distintos puntos del universo es su punto fuerte. Si eres lector de ciencia ficción y eres capaz de relativizar algunos saltos morales y estilísticos este rollo es para tus canne marcianas.
En la época medieval una de las formas literarias predilectas era el bestiario -descripción enciclopédica de animales- real, supuesto o …
Tiene algunos momentos muy conmovedores. Abunda en eso de que tidas las vidas merecen ser contadas (que no sé, la verdá). Se deja leer muy bien y toca temas vitales que no suelen ser abordados.
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