Ramirenko reseñó La sociedad del cansancio de Byung-Chul Han
La sociedad del cansancio
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La manera de escribir del autor no se compadece con lo que uno espera de un filósofo. Siempre agradezco la concreción y la claridad, pero las frases son demasiado breves, casi aforismos en los que no cabe demasiada argumentación. Este es para mí el principal problema de una obra que, por lo demás, tiene un tema de fondo que uno puede hacer suyo a poco que sea algo sensible con la locura de vida que nos hemos dado.
Resulta también molesta la tendencia del autor de establecer dicotomías extravagantes en su pensamiento, así como el sistema de desarrollar sus ideas por oposición a otros autores a los que cita muy someramente para decir que se equivocan.
Ya digo que me ha gustado la idea general del texto, pero creo que hay cosas con las que no puedo estar de acuerdo:
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No explica por qué hemos pasado de una sociedad autoritaria …
La manera de escribir del autor no se compadece con lo que uno espera de un filósofo. Siempre agradezco la concreción y la claridad, pero las frases son demasiado breves, casi aforismos en los que no cabe demasiada argumentación. Este es para mí el principal problema de una obra que, por lo demás, tiene un tema de fondo que uno puede hacer suyo a poco que sea algo sensible con la locura de vida que nos hemos dado.
Resulta también molesta la tendencia del autor de establecer dicotomías extravagantes en su pensamiento, así como el sistema de desarrollar sus ideas por oposición a otros autores a los que cita muy someramente para decir que se equivocan.
Ya digo que me ha gustado la idea general del texto, pero creo que hay cosas con las que no puedo estar de acuerdo:
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No explica por qué hemos pasado de una sociedad autoritaria a una en la que “nos hemos liberado de las fuerzas externas de dominio que nos obligan a trabajar”. No sé en que mundo elitista vive el autor como para escribir semejante cosa, y es que la ausencia de un enfoque de clase en la obra es clamoroso. Esta es una de esas dicotomías en las que se empecina: hemos pasado de una sociedad A (represora) a otra B (autoexigente), cuando a mí me parece que las dos ideas son compatibles y que quizá esa autoexigencia actual nos venga del mundo de la propaganda política del capitalismo, que a través de su publicidad moldea nuestra forma de percibir el mundo, sin obviar que aún existen fuerzas represoras que condicionan nuestras vidas. El autor nunca explica que instancias de dominación había antes que ya no.
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La mitificación que hace del aburrimiento no es adecuada, no hay más que leer lo que dice Josefa Ros, experta en la materia: el aburrimiento no mueve a la creatividad, simplemente es un paso necesario para cambiar de hábitos a largo plazo. A mí me parece que la fuente para la creatividad no es el aburrimiento, sino la tranquilidad.
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Me irrita la glosa recurrente hacia al mundo espiritual y mágico de otros tiempos. También las referencias freudianas, que ya han sido completamente invalidadas por la neurociencia.
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Se empecina en criticar a Arendt por su idea de “animal laborans” como un sujeto sin ego que se deja arrastrar por el devenir de nuestra cultura. El autor piensa que nuestra principal característica hoy es ser muy egocéntricos e hiperactivos (y eso es incompatible con la idea de Arendt, no sé por qué…), pero este comportamiento se puede entender precisamente como nuestro rasgo gregario común. Otra vez una dicotomía forzada de la que, además, más adelante se desdice en otro capítulo.
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No ofrece ninguna solución colectiva al problema social que tenemos, que yo creo que sí está correctamente diagnosticado. Habla de un cansancio que puede llegar a ser beneficioso y transformador que no sé identificar, recurre a mitos de sociedades del pasado y, en general, a magufadas varias.
Con todo y con esto, siempre está bien leer algo que te remueva y te obligue a confrontar tus propias ideas, aunque me parece que el de Byung-Chul Han es un fenómeno literario que tiene más que ver con el aura excéntrica del personaje que con otra cosa.