cuando los europeos entraron en contacto con las poblaciones indígenas americanas, los franceses estaban impresionados por la generosidad de los montagnais-naskapi, su sentido de cooperación y su indiferencia al estatus, pero se escandalizaron por su «falta de moralidad». Observaron que los naskapi carecían de concepciones como la propiedad privada, la autoridad, la superioridad masculina e incluso que rehusaban castigar a sus hijos (Leacock, 1981: 34-38). Los jesuitas decidieron cambiar todo eso.
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La mayor victoria de los jesuitas fue, sin embargo, la de persuadir a los naskapi de que golpearan a sus hijos, creyendo que el excesivo cariño de los «salvajes» por sus hijos era el principal obstáculo para su cristianización.