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Como dijo quien me lo regaló "Oxford y gramática... te tiene que gustar por cojones" y efectivamente es muy mi mierda (¡Gracias Juange!). Al borde del 5 sólo por el fascinante planteamiento del sistema de magia y las disertaciones sobre etimología.

Me gusta mucho que haya un momento en el que lo que menos importa sea la magia, pero el viraje que hace para conseguirlo es tan fuerte que arriesga a derrapar.

Hay dos peros grandes en este libro: El primero, los personajes. Valoro el trabajo de Kuang en insertar escena tras escena con el grupo principal a ver si encajan, pero cuanto más insiste en lo mucho que se quieren y lo bien que se llevan menos te lo crees tú. Con el giro del final los pone contra las cuerdas y he tenido que hacer un esfuerzo para sorprenderme o importarme.

El segundo es el más difícil: Colonialismo y revolución. Muy dividida con como trata ambos temas, como cincela ciertas cosas como si las repitiera verbatim en vez de darle un giro más. Como sienta catédra y no hay espacio para matices, incluso en cosas en las que ¡por supuesto que vas a estar de acuerdo! pero que aquí suenan panfletarias, masticadas, poco reales. Falta un poco más de literatura en este ensayo, muchas gracias.

Yo creo que el mejor dicho para resumir este libro es el de: Manolete, si no sabes torear pa qué te metes.

La gracia de recontar un mito griego tan conocido es la posibilidad de lucirte en tu escritura. No es que todos podamos ser Madeline Miller o Natalie Haynes, pero está claro que Saint se ha metido en un redil del que no sabe salir. Nos arrastra de un punto a otro de la historia como un fardo a desgana, sin ahondar en los personajes (Total, ya sabes quienes son) o la trama (total, ya sabes lo que pasa).

Los personajes son tan anodinos, tan arquetípicos, tan poco trabajados. Cada elección que hace la autora de lo que va a pasar es la menos interesante y da la sensación que la única documentación que se ha hecho para el libro es la de la visita a la Acrópolis (Literal lo único que se molesta en describir).

Muir escribe muy bien, pero este libro es lo que en mi pueblo se llama un sacacuartos para estirar una saga que vende.

Tengo la tentación de releerme Gideon de nuevo porque debo haber idealizado la primera novela muy fuerte para que los siguientes libros me decepcionen tanto.

(Y revisar la puntuación que le di a Harrow, porque como libro me gustó bastante más que este.)

¿Qué decir de la novela en sí? Desconectada de la historia principal durante 2/3, con un personaje que no sabes si es infantil o débil mental y una cohorte de personajes nuevos que, sorpresa, desaparecen sin cambiar absolutamente nada de la narración.

A estas alturas no estamos aquí para leer sobre niños irrelevantes que se pelean por la fruta del comedor, Muir. Gracias a la tumba que en el último tercio se acuerda del objetivo y volvemos a tener a Ianthe y a Gideon.

Aunque una Gideon que, de repente, no tiene reparos en asesinar a sangre fría. ¿Me he perdido algo del personaje original? ¿Es OOC o es que es otro caso de usurpación de cuerpos? ¿Tendré que leer montañas de paja otra vez en Alecto para no enterarme hasta los últimos capítulos del final?

De paso confieso lo malísimamente mal que me cae John. Supongo que está escrito así aposta, pero que hartura de tipo, de verdad.

En resumen: Sigo queriendo que me guste esta saga muy fuerte, los personajes chulos son MUY chulos y aplaudes con las orejas cuando aparecen (y se pelean entre sí). Pero sospecho que es el único punto fuerte de Muir y que, ante la perspectiva de tener que hilvanar un argumento, se queda por el camino.

Creo que a Pacat le habría ido mejor publicar esto con seudónimo, porque las comparaciones con Captive Prince son inevitables y muy odiosas. Con lo bien que se le da la erótica y la intriga palaciega, ¿Para qué se lía en algo así?

Mi rechazo al género acaba de sufrir la última estocada con este libro. Todo habría mejorado con un enfoque más adulto, pero al forzar una simplificación de los deseos e intrigas vuelve los personajes planos, la trama obvia y la química inexistente.

Hasta que aparece su personaje preferido. Si no era obvia su fijación con los rubios rotos, con James no queda duda. Con él se le olvida el género con el que está, se deja llevar y es el único momento en el que te lo pasas bien porque ves que ella se lo pasa bien. Es tan violento el cambio de estilo de un momento a otro que, si pensara mal, juraría que sólo ha escrito esas escenas y ya.

Como libro de YA está bien, bien escrito, correcto sin demasiados aspavientos. Como libro de C.S. Pacat es una decepción absoluta.