Dragomana reseñó El informe Monteverde de Lola Robles
Antropología lingüística espacial. ¡Quiero más!
4 estrellas
Cuando leí una sinopsis en la que se destacaba el enfoque antropológico-lingüístico de El informe Monteverde, pensé: "Este es el rollo que me gusta". Y así es.
Es un relato-ensayo no muy largo (me lo leí en una tarde) ubicado en un futuro muy lejano en el que, al contrario que en muchas obras de ciencia-ficción, el gran problema de la traducción de lenguas y mediación entre culturas no se soluciona con un mero dispositivo de traducción automática, sino que se le da la importancia que merece. Aun teniendo el suficiente desarrollo tecnológico como para hacer viajes interestelares, se valora la labor del lingüista que documenta nuevas lenguas y el intérprete que sabe hablarlas, incluso como forma de control político y económico. La protagonista es una experta en este campo, pero aun así tarda años en terminar de entender las lenguas y culturas que está descubriendo, lo cual me parece mucho más realista que lo que pasaba, por ejemplo, en la novela Proyecto Hail Mary.
Desde el punto de vista antropológico, resulta interesante que el planeta que al principio se describe como un paraíso cálido y soleado resulte no estar exento de sombras, lo que rompe un poco con la idea del buen salvaje que parecía reforzarse; el miedo al diferente y la falta de empatía no son algo único de nuestra civilización. La protagonista logra construir un puente entre las dos culturas alienígenas enfrentadas, aunque sea solo para entenderlas ella misma. Se analiza lo que necesitamos como seres humanos para ser felices, tratándose el tema del desarraigo de una manera que nos rompe un poquito el corazón a los que hemos vivido en varios sitios dentro o fuera de nuestro país.
El único pero que le saco a Lola Robles, porque son cosas que me sacaron de la narración como traductora, es que en un pasaje se perpetúa un mito lingüístico sobre el número de palabras para "nieve" en las lenguas inuit, y que en alguno que otro se explican términos lingüísticos como si el destinatario del texto dentro de la ficción no fueran otros lingüistas. Y a la editorial le tiro de las orejas por no haber contratado una corrección que le sacara brillo al texto.
Me quedo con ganas de leer más de esta autora.