Es un texto tan bello como oscuro. Un monólogo triste y áspero narrado con una prosa tan poética que te hipnotiza y ata a la desesperación del protagonista.

Resulta increíble que no se haga redundante a pesar de que el autor repita una y otra vez las mismas ideas: la soledad, la decadencia, la muerte. Sin embargo, siempre encuentra un nuevo ángulo, una nueva manera de decirlo de otra terrible manera.

Las historias enmarcadas en pequeños enclaves naturales solemos asociarlas casi siempre a narraciones luminosas y nostálgicas. En este caso, la belleza natural de la aldea y su entorno queda opacada por el discurso fatal del protagonista; pero si uno se fija, ahí está. Esa disonancia es lo que más me ha gustado de la obra, a la que le falta algo más de variedad argumental y de ideas para ser perfecta.

@SrMoshuelo@lectura.social Hace prodigios con las figuras literarias, porque no se repite nunca y siempre dice lo mismo. Leí por ahí que el autor escribió la obra de noche en su piso del centro de Madrid, sobre una discoteca bulliciosa. Parece mentira poder concentrarse así en un universo tan distinto.

@Ramirenko@comelibros.club me parece alucinante esto que cuentas. Sí, se siente como un trance en esta obra, un estado especial de conciencia que se transmite al lector