Rafa Poverello reseñó En nadar-dos-pájaros de Flann O'Brien
Casu Marzu
Existe en Cerdeña un queso, el Casu Marzu -cuyo significado literal es queso podrido-, repleto de larvas de moscas, las cuales se introducen en su masa blanquecina produciendo un especial proceso de fermentación. Dichas larvas aparecen en el queso como gusanos largos y transparentes en el momento de su consumo y las gentes de todo el mundo que asoman por la región italiana buscan tan curioso manjar, exquisito a ojos de los expertos, pues, huelga decirlo, su distribución para el resto del mundo está prohibida por las autoridades sanitarias de la Unión Europea, aunque al haber sido inscrito por Cerdeña dentro del listado de productos agro-alimentarios tradicionales de Italia puede seguir siendo fabricado en la zona durante, al menos, un cuarto de siglo.
Sí, es probable que a la mayor parte del personal que ha logrado leer el párrafo anterior no le apetezca pegar un salto a Cerdeña para meterse …
Existe en Cerdeña un queso, el Casu Marzu -cuyo significado literal es queso podrido-, repleto de larvas de moscas, las cuales se introducen en su masa blanquecina produciendo un especial proceso de fermentación. Dichas larvas aparecen en el queso como gusanos largos y transparentes en el momento de su consumo y las gentes de todo el mundo que asoman por la región italiana buscan tan curioso manjar, exquisito a ojos de los expertos, pues, huelga decirlo, su distribución para el resto del mundo está prohibida por las autoridades sanitarias de la Unión Europea, aunque al haber sido inscrito por Cerdeña dentro del listado de productos agro-alimentarios tradicionales de Italia puede seguir siendo fabricado en la zona durante, al menos, un cuarto de siglo.
Sí, es probable que a la mayor parte del personal que ha logrado leer el párrafo anterior no le apetezca pegar un salto a Cerdeña para meterse en la boca aunque sea sólo un minúsculo pedacito de formaggio marcio, que lo llaman. No se me ocurría otro ejemplo mejor para comprender el alcance de la odisea que supondrá para un lector agarrar entre sus manos “En nadar-dos-pájaros”, cuyo título ya es un monumento a la rareza, del mosquetero irlandés menos conocido: Flann O'Brien.
Obviamente, la novela de marras no es ilegal ni te vaya a revolver las tripas, pero desde luego, hay que ser muy aguerrido para metérsela entre pecho y espalda sin escupirla de la boca a las 20 o 25 páginas; por mucho que pueda ser una exquisitez. La propia historia de la publicación de esta novela, experimental hasta límites inaprehensibles, ya es un voto de voluntad por parte de propios y extraños. Vio la luz en Londres, en 1939, con una tirada inicial de pocos ejemplares, que serían destruidos en su totalidad cuando la aviación nazi bombardeara la capital británica junto con el almacén en el que se guardaban. O'Brien, en un ejemplo de sus dotes para la comedia gustaba comentar que tan crítica era su novela que Hitler bombardeó Londres para impedir su publicación. Lo consiguió casi, ya que tan escasa repercusión tuvo a todos los niveles que, hasta su segunda edición en 1960, apenas existían manuscritos en las bibliotecas y en España, un artículo de El País de 2006 sobre James Joyce, olvidaba que “En nadar-dos-pájaros” había sido publicada en castellano a mediados de los 80 por Edhasa. Finalmente, fue en 2010 cuando esta novela indescriptible de O'Brien se dio a conocer al gran público gracias a Nórdica Libros, que ha publicado íntegra toda su obra.
Resulta evidente que, a estas alturas, tratar de hacer una sinopsis del libro que nos ocupa sería una empresa más ardua que los doce trabajos de Hércules, y tampoco puede ser esa la pretensión. O'Brien desarrolla innumerables temas en “En nadar-dos-pájaros”, la mayor parte de ellos relacionados con la sociedad irlandesa de la época, desde un prisma ácido y crítico, atestado de puro simbolismo y, por tanto, de oscura y casi imposible comprensión para quien no sea un estudioso de la historia gaélica y sus tradiciones socio-culturales. Incluso con un esfuerzo sostenido de detenimiento e investigación acerca del sentido de cada uno de los personajes y conductas que aparecen dentro de sus páginas, abstrusas, absurdas, tragicómicas, es dar palos de ciego una y otra vez contra la piñata elaborada de manera concienzuda por el autor, en la que nada parece responder al antojo o a la improvisación. Te tronchas en determinados pasajes, aunque ni siquiera logres entender del todo el contexto social al que se hace alusión, y la novela llega a alcanzar tintes grandiosos cuando en sus páginas finales azota sin piedad la propia naturaleza de la creación literaria, de la propia novela que tenemos entre manos, dando voz a los personajes, que se rebelan contra su creador, lo apalean, lo juzgan, lo condenan por jugar a su antojo con su vida.
Pero O'Brien demuestra en esta novela un control tan absoluto del lenguaje y de los estilos literarios que te desarma y consigue que muchos otros aspectos pasen desapercibidos (si te gusta mucho el queso, claro): desde la poesía épica hasta la contemporánea, narración de estructura decimonónica romántica intercalada con sátira y con una pinta de cerveza... Humor negro, cruel.
No sé si por suerte o por desgracia no habría que ir hasta Cerdeña para conocer el curioso y especial gusto de la prosa y de la obra de O'Brien; basta, muy probablemente, con acercarse a la biblioteca más cercana. En ello está la bendición y la maldición, según el paladar, y para éste, hace falta que te guste mucho, pero que mucho, el queso.