Se llama Meryem, pero nadie escribe bien su nombre. Tiene veinticinco años y acaba de empezar a trabajar en las oficinas de SUPERSAURIO, la cadena de supermercados más importante del archipiélago canario. En sus ratos de ocio, para evadir la tristeza, escribe fanfiction protagonizada por los personajes de Harry Potter, los de Crepúsculo y por sus compañeros de oficina. Tiene citas con hombres terroríficos, bebe demasiado café y jamás dice lo que piensa. Todas las mañanas, antes de fichar, se repite a sí misma que no va a heredar la empresa, pero de vez en cuando se le olvida.
El debut literario de una autora con una voz única que enhebra humor y melancolía con la precisión de una criatura prehistórica que acaba de probar la sangre humana por primera vez.
«Crecer aquí es que la guagua se te vaya en la puta cara y se te venga el mundo …
Se llama Meryem, pero nadie escribe bien su nombre. Tiene veinticinco años y acaba de empezar a trabajar en las oficinas de SUPERSAURIO, la cadena de supermercados más importante del archipiélago canario. En sus ratos de ocio, para evadir la tristeza, escribe fanfiction protagonizada por los personajes de Harry Potter, los de Crepúsculo y por sus compañeros de oficina. Tiene citas con hombres terroríficos, bebe demasiado café y jamás dice lo que piensa. Todas las mañanas, antes de fichar, se repite a sí misma que no va a heredar la empresa, pero de vez en cuando se le olvida.
El debut literario de una autora con una voz única que enhebra humor y melancolía con la precisión de una criatura prehistórica que acaba de probar la sangre humana por primera vez.
«Crecer aquí es que la guagua se te vaya en la puta cara y se te venga el mundo abajo porque esto no es Madrid, donde el metro pasa cada cinco minutos. Aquí la 91 pasa una vez cada hora si tienes suerte. El trayecto desde Las Palmas (de Gran Canaria) a Puerto Rico (de Gran Canaria) son 73 kilómetros de ida y otros 73 kilómetros de vuelta que te toca comerte todos los días de lunes a viernes. C. Tangana llora en la limo, tú en los asientos delanteros de la guagua un viernes por la tarde.»
El lenguaje tan directo y sencillo, el tono cómico mezclado con la melancolía de la protagonista, y la habilidad de la autora con el sarcasmo, hace que sea una lectura muy rápida y entretenida. Leer Supersaurio casi como estar charlando con Meryem sobre su día a día. Transmite una familiaridad especial que te deja con las ganas de saber más sobre ella, sobre cómo siguió después y qué es de su vida ahora.
Reseña completa aquí: guillermolatorre.com/libros/supersaurio
Oye, pues muy requetebién. Por ahí había leído que esta novela ponía voz a una generación y pasaba por mi mente el hype de Historias del Kronen. Sin embargo, los paralelismos acaban ahí.
Lo que en la otra eran juergas y borracheras aquí es cabreo y hartazgo ante la incertidumbre de crecer y buscarse la vida, de ir construyendo sobre algo que nunca fue como lo imaginaste pero que, oye, es lo que hay. Mucho realismo, mucha mala baba y mucha conciencia social. El problema de la vivienda y la invasión turista de ciertas zonas convertidas en cuasi parques temáticos. La valentía y el tesón de empezar en otro sitio para darle a tus hijos la oportunidad de una vida mejor. Micromachismos y, también, microclasismos continuos del que siendo privilegiado por el sistema se queja por naderías inalcanzables para su interlocutor. El mobbing, la explotación laboral, el comerse tres horas …
Oye, pues muy requetebién. Por ahí había leído que esta novela ponía voz a una generación y pasaba por mi mente el hype de Historias del Kronen. Sin embargo, los paralelismos acaban ahí.
Lo que en la otra eran juergas y borracheras aquí es cabreo y hartazgo ante la incertidumbre de crecer y buscarse la vida, de ir construyendo sobre algo que nunca fue como lo imaginaste pero que, oye, es lo que hay. Mucho realismo, mucha mala baba y mucha conciencia social. El problema de la vivienda y la invasión turista de ciertas zonas convertidas en cuasi parques temáticos. La valentía y el tesón de empezar en otro sitio para darle a tus hijos la oportunidad de una vida mejor. Micromachismos y, también, microclasismos continuos del que siendo privilegiado por el sistema se queja por naderías inalcanzables para su interlocutor. El mobbing, la explotación laboral, el comerse tres horas de autobús diarias para currar…
Muy, muy fan de Meryem.
Imagino que esta expresión se habrá utilizado miles de veces para definir este libro, pero 'Supersaurio' es la voz de una generación. Concretamente, la de quienes nacimos en los 90. Ni millennials ni zetas, ese limbo sociológico es el reflejo de un limbo vital mucho más profundo. Criados entre crisis, intentamos sobrevivir sin entender nada u odiando todo aquello que nos rodea cuando logramos entenderlo. Meryem habla de todo, y de todo lo hace maravillosamente bien. Con una rabia hilarante y una mirada de un cinismo solamente al alcance de las mentes más afiladas.
Empecé este libro muy emocionado por lo que prometía: un misil directo a las oficinas de pijos del Avecrem venidos a más y de falsa meritocracia. Y durante todo el libro puedes subrayar un millón de frases lapidarias y muy contundentes en torno a eso. Y en torno a actitudes boomer sobre el racismo o el machismo. Pero solo llega hasta ahí.
En ese sentido, es como leer twitter. Tienes mucho material así durante el libro que te mantiene con ganas de más y te anima a seguir leyendo, pero cuando llegas al final y tiene que demostrar la auténtica sustancia por debajo de la historia, no hay nada. Hay un abandono repentino de todo lo que se ha venido sosteniendo durante la historia para pasar a ser uno más de esos boomers venidos a más. Donde había espacio para un conflicto de clase, de género, de raza, donde se podían explotar todas estas grandes contradicciones del sistema a través de la historia de una chavala con la que prácticamente todas las universitarias de familia obrera del 15M nos podemos identificar, se ha colocado el más cutre de los conflictos generacionales. Viejos acomodados contra jóvenes que quieren acomodarse. Ella, ya acomodada, odiando a la becaria. Porque "ha pasado por mucho y tiene derecho", que nos podrían decir muchos de nuestros padres para justificar sus actitudes de mierda.
Es una pena ponerle 2 estrellas, pero es quizá más culpa de mis expectativas y de mis trasfondo político-cultural que de que ella lo haga mal.