Pocos libros tienen tal capacidad de convencerme de que su autor sería una persona que, de conocerla, me caería fatal hasta niveles casi patológicos. El libro, a pesar de tratar muchos temas con los que base estaría muy de acuerdo, está escrito con un estilo más propio de un cuñado en la barra de un bar o, como mucho, de un blog que vaya con una actitud macarrilla. Pero como libro serio de divulgación hace aguas. Muchas veces recurre a comparaciones que son de una pereza intelectual máxima, en otras recurre a humor casposo y, por alguna extraña razón, en varias ocasiones el autor le recuerda de manera explícita al lector que él es muy heterosexual mucho heterosexual. Un producto de aquel movimiento escéptico de hará unos diez años en el que lo importante era demostrar lo listo que era uno y lo crédulos e imbéciles que eran los demás. No creo que con esa actitud de superioridad moral se lograse alejar a la gente de las garras de la pseudociencia sino más bien todo lo contrario. Prescindible. Y con el tiempo que ha pasado desde su publicación, más.