Manuel Monroy Correa terminó de leer Don Juan de Lord Byron
Ay, una obra MAESTRA de la épica humorística (...) y de los juegos discursivos y retóricos en los que la crítica mordaz a la moral; contra la teología, la filosofía (como conducción de la vida y del sentido de la misma), las costumbres y el mundillo literario, desfilan.
Diría que es una apología del erotismo y la libertad en el coqueteo (sobre todo, en las circunstancias en las que fue escrita. La voz poética de mofa de todo y de todxs. Por supuesto, de sí misma, también. Por ello mismo unx no deja de reír. La traducción, muy buena en este sentido.
Don Juan (no solo es un alter ego del autor, es obvio...) se enamora. No es un coleccionista del gusto de mujeres (como Jankélévitch señalara, sirviéndose de la figura de El burlador de Sevilla. No es, pues un seductor. Coincido con la perspectiva del traductor: «es un seducido».