Manuel Monroy Correa terminó de leer El Espejo Enterrado
Leí este libro de ensayos cuando Fuentes aún vivía y se le consideraba una figura importante en estos temas, entre otras cosas. El libro en ese entonces me gustó mucho y me permitió apreciar la relación cultural de lo «mexicano» con aspectos de la cultura española. El libro quiere sumarse a los ensayos sobre el lugar ontológico-sociocultural que resuelva la encrucijada identitaria de las mexicanas de entonces, pero bajo una mirada menos especializada que lo filosófico y más cercana al ensayo culto pero accesible literario de los escritores hegemónico-emblemáticos de entonces; algo que continuará en su propia narrativa con los cuentos de El naranjo y los círculos del tiempo, por ejemplo.
La noción del sincretismo, el criollismo, la mezcolanza cultural entre México y España (así, generalizando), compone la compleja maraña de estar «en medio» de lo llamado prehispánico o mejor dicho, mesoamericano, y lo hispánico. Esta fascinación cuasi-ontológica construye un estatuto de lo único (algo con lo que Octavio Paz ya había «coqueteado») de lo mexicano, y aún más, pues Fuentes se va a las «raíces» culturales de una Hispania atravesada por el ensamblaje entre pueblos y lenguas que, en un giro epistémico, lo llevan de Creta a Altamira. En fin.
Tendría que volverlo a leer, tal vez. Lo añado gustosamente, tal como lo recordaba porque soy un nostálgico de mis lecturas tempranas.