Manuel Monroy Correa terminó de leer Orgullo y prejuicio de Jane Austen (Austral Singular)
Advertencia de contenido Un spoiler de los elementos de la novela pero no de la historia.
Gran novela. Muchas son las razones. Insisto que lo de «novela sentimental» le queda corto. No será la primera novela que expone una teoría del amor; la de esta se relaciona con nociones de la autenticidad y la felicidad (en el matrimonio, hay que decir) bajo los códigos de clase y culturales alrededor de su posibilidad. La tesis es la compatibilidad de caracteres y se formula, prácticamente, de manera silogística con el privilegio de algunxs personajes en ser «inteligentes» como analistas de las intenciones detrás de un conjunto de gestos, formas de hablar, etc. Unxs semiotistas de las emociones y los afectos, aunque a trompicones, como resulta ser la caracterización misma del orgullo y el prejuicio, lo que hace interpretar que lo amoroso es un juego casi indescifrable en cuanto a verdaderos motivos.
El aspecto político de la felicidad está, sin duda, abrigado por la estructura de clases y expectativas alrededor del dominio patriarcal sobre las mujeres. Parece ser que la libertad mayor de ellas como personajes es aspirar a un amor auténtico en el que exista entendimiento, compatibilidad y, sobre todo, una seguridad de lo amoroso mediante el sentirlo como condición infalible. Algo que permitiría un logro respecto del sentido de la vida.
Lo abyecto es un elemento que debía aparecer, de algún modo, como escándalo y amenaza del mundo estructurado en la norma: la fuga de los amantes, el libertinaje, la pereza, la debilidad por el juego... Todo ello está relacionado, en la novela, con pasiones indeseables, como la conveniencia, la frivolidad. Tal desarreglo causa dolor y ansiedad. En una política de las pasiones, habría que decir que se trata de que se están reguladas. El mundo íntimo está estructurado desde la norma y la felicidad con la inteligencia de saber navegar en ella, además.