Advertencia de contenido Último capítulo de "Algo que sirva como luz"
A Supersubmarina le pasaba como a The Beatles. Cuanto más tiempo transcurría en su historia, más asombroso era el brillo de sus canciones. The Beatles estuvieron juntos ocho años, se separaron y, desde entonces, su música no ha dejado de expandirse. Supersubmarina estuvieron juntos ocho años, el destino los detuvo y, desde entonces, su música sigue expandiéndose. Sus canciones son incesantes. Por cada una que cesa de sonar, hay otra en otra parte que empieza a escucharse. La clave del gran enigma acababa de suceder delante de mis ojos y mis oídos: la música era un artilugio contra la muerte. Tener que responder a la pregunta del regreso de Supersubmarina era no entender ese artilugio. Esa pregunta solo tenía una respuesta a un hecho concreto, no al significado último. Y la respuesta a esa pregunta solo estaba en la cabeza de José. Nada más. Su misterio seguiría hasta que la vida quisiese, ni siquiera hasta que quisiese José, que había roto varias veces los pronósticos y ya había vencido en una ocasión a la muerte.
— Algo que sirva como luz por Fernando Navarro (Página 378)