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Vamos con la segunda parte.

Leo uno o dos poemas al día, para degustar los versos de Lorca y las ilustraciones que los acompañan.

Ahora sí que sí, estoy dentro.

El libro está escrito con un lenguaje que imita los rasgos del habla gaditana, y se centra en contar episodios de una casa de Cádiz como hubo muchas, con dos niños y una recién nacida. Las apasionantes aventuras van desde ir a comprar hasta tirar la basura, pasando por el aplauso, y terminan con el día 52, cuando se abrió la veda para hacer deporte y hacer paseos. Me gusta tener el libro en la estantería porque es un recuerdo tangible, pero no centrado en todo lo malo que ocurrió.

Ya me queda poquito. Qué libro más agradable.

Creo que es la tercera vez que lo intento con este libro. Esta vez he entrado por la puerta grande, me estoy hartando de reír y lo estoy gozando muy fuerte. He leído 40 páginas en lo que va de día.

El libro es una mezcla entre poemas de verso libre y notas breves, muchas manuscritas, salpicadas con algún dibujo. A veces parece un libro de aforismo. Yo, que pasé por una relación complicada y ahora estoy en un momento personal difícil, me he visto identificado en muchas de sus páginas. Por la temática, la longitud de los textos y lo bien maquetado del libro, lo he completado en poco tiempo y he marcado muchas de sus páginas.

Segunda vez que empiezo este libro. Sí, llevo tres a la vez, qué le vamos a hacer. Hay algún poema y alguna nota con los que me veo muy identificado.

Vamos otra vez.

Fui a ver esta obra a finales de 2022. En cuanto me enteré de que se había publicado el texto, me lancé por él. La edición, por cierto, tiene algún fallo de formato (falta una curisa) y falta una línea de diálogo. Pero es lo de menos. Leer el texto me traslada al teatro donde vi la representación y me permite disfrutar con más calma de esas reflexiones que tanto me llegaron en su día, de la introspección de un personaje muy humano y nada extraordinario. Una absoluta preciosidad que reocmendaría a todo el mundo.