(...) como repite Blanchot comentando a Simone Weil, «la atención espera». ¿Por qué espera? Pues porque se dirige a lo que se le escapa siempre a la atención. De ahí la repetición. La atención prestada a un problema que hay que resolver, ya sea matemático o relativo a la economía familiar, es sólo el prólogo de la atención con mayúscula: la que se presta sobre lo que no es susceptible de definitiva resolución alguna. La atención no culmina en respuestas, sino en más atención. De ahí que no tenga mayor enemigo que el cansancio –verdadera enfermedad del alma. (...) Movimiento sin culminación, pero sí con el fruto de la proximidad. La mirada atenta puede definirse también como el movimiento que nos lleva a la proximidad de los demás, de las cosas, del mundo, del cielo y de la tierra. Pero ¿qué es la proximidad? No de la distancia sino de la indistancia es de lo que la proximidad se diferencia. De la indistancia, de lo que no está ni cerca ni lejos, de lo que adviene como un amundo homogéneo e indiferenciado, a pesar de sus formas coloreadas y brillantes. A menudo nos hemos engañado –y seguimos engañándonos– al pensar que la superación de las distancias trae la cercanía. Pero no es así: el entramado tecnológico no sólo conlleva la desaparición de las distancias sino, con más sutilidad todavía, también la de las cercanías.
— El Respeto O La Mirada Atenta (Filosofia) por Jose M. Esquirol