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Rafael Martín Coronel, Stephen Graham Jones, Manuel de los Reyes: Mi corazón es una motosierra (Paperback, Español language, La Biblioteca de Carfax) 3 estrellas

Jade Daniels es una adolescente fanática de los slashers que vive en Proofrock, Idaho, un …

Slasher como er que come pipas

3 estrellas

Me camela este autor, Stefen ai lof yu un poco, su forma de manejar la tensión de las obras que le he leído, su acercamiento desenfadado y gamberro al lenguaje (que en esta obra, por tono y tema se ve potenciado) y lo pormenorizado que es en sus referencias y descripciones. Si esta lectura no me ha parecido tan potente como otras suyas (especialmente 'El único indio bueno', también en Carfax) es por cierta insistencia en lo que arriba decía: las referencias. En este caso los apuntes al cine de cuchilladas son legión, acumulación abrumadora; para el que no sea aficionado a este tipo de ambientación pues la cosa se puede hacer algo empalagosa. Ya se sabe que a veces lo mucho mata, el agua inunda y la mucha luz quema las corneas. Pero esta molestia es asunto menor, una brizna de algo desconocido entre los dientes que uno se saca con los dedos para enseguida continuar degustando el cadáver; ni siquiera llega a entorpecer mucho la lectura y no impide disfrutar de las demás virtudes de esta obra. Aunque, reconozco, que alguna interjección se me escapó para el Grajam del tipo, ‘y dale perico ar torno’. Nos quedamos entonces con todo lo que la obra si ofrece, hay que dejarse regalar las vísceras y la glándula del cachondeo, el susto, el asco y la fascinación por la sangre anegando la escena. Tenemos una protagonista que está dibujada a la perfección, es imposible no ponerse de su lado. ¡Vamos Jade! ¡Dales candela! Tenemos una escena final apoteósica, angustiante, sádica y alocada; divertida, gore, fantasmagórica, frenética... se agotan los calificativos. Tenemos una habilidad narrativa especial en Graham Jones, una de esas voces capaces de registros variados, de lo más común a lo más pormenorizado, capaces de acelerar y decelerar el tempo del relato, de establecer con el lector una alianza inquebrantable. Y lo que se me estará olvidando. En definitiva, salvando esos momentos de insistencia excesiva en la cita y la referencia explícita, esta obra es drogaína esnifada directamente de la hoja de un cuchillaco ensangrentado. Lo bueno: es primera parte de trilogía. A esperar los demás libros a la orilla bucólica y pelín ponzoñosa del lago Indian.