Señó Moshuelo reseñó Budapest de Nieves Mories
guerra, guerra y guerra.
4 estrellas
Terminé ‘Budapest’. Menúo viaje, ñoras y ñores. Os cuento un poco lo que me he encontrado dentro de este libro. En primer lugar ha sido mi reencuentro con la potente voz narrativa que tiene Nieves Mories. De ella leí en su momento ‘Asuntos de muertos’ y veo mucho de esa obra en esta. Veo la narración quebrada, la vehemencia entreverada con la ironía y la dureza de los personajes femeninos, su decisión y fuerza. De esta autora me gusta mucho su furia, su forma de narrar a golpes casi físicos, como si fuera circulación sanguínea y no encadenado de frases lo que nos deja en el blanco. Adoro su capacidad plástica, lo que hace con las imágenes, por muy truculentas que estas puedan llegar a ser (lo que para mí es un extra, como buen lector de terror y cercanías). Imágenes alucinadas, estalladas, llenas de restos dudosos, de escombros y suciedad, de mugre, gritos y dolor. Eso os dará este libro. Creo también que Nieves Mories gusta de la poesía jonda, nada de saltitos con la lengua sobre temas manidos y fulleros, sobre las trivialidades de la actualidad, no, de eso nada. Vemos en ‘Budapest’ como la voz narrativa se sube a la capacidad que tiene la palabra poética para abrirnos la realidad y la memoria, para dejarnos indefensos pero con la curiosidad recuperada, a estrenar. Mories aprovecha esa puerta, esa boca, abierta de par en par por lo poético para decirnos de forma admirable, para moldear ante nuestras sensibilidades asombradas una alegoría de la guerra. Se apoya para ello en una estética weird y sin tapujos, barbaridad sobre barbaridad, todas con el marchamo de autenticidad que nos hace llevarnos por momentos las manos a la cabeza. Este libro es un abismo que nos habla de todos los abismos y nos advierte, eso es lo que más mal(buen) cuerpo me ha dejado, de que volverá a suceder. Cerramos el libro y respiramos, temblamos un poco, nos preguntamos qué ha pasado mientras dejamos que se asiente lo leído en nuestras maltrechas entendederas hiperdistraídas. Vamos, que me ha gustado una jartá…