Señó Moshuelo terminó de leer El inconmensurable cadáver de la naturaleza de Christopher Slatsky (Rara Avis)
Pues iba a ser un tres sin pena ni gloria por lo irregular de los relatos hasta que llegué al último que da nombre a la recopilación y aluciné, así que tres alto, casi cuatro. Pero vamos que más allá de estrellitas y estrellones me quedo con que he conocido a un autor nuevo y con la sensación de que quiero meter más el hocico en esta editorial que nos arrima lo raruno hasta la puerta de casa. Lo mejor el último relato, como ya he dicho, y las ambientaciones en general, pura amalgama enfermiza purulenta que arrebuja filosofía pesimista, decadencia cósmica y algunos ingredientes tan borrosos e inquietantes que hacen que te piquen partes del cerebro que no se habían activado desde que viste tu primera picha [póngase en el espacio del vocablo anterior el término que se desee y que más nerviosito ponga al lector] o entraste en contacto con tu primera entidad monstruosa que te hizo sospechar que la realidad es solo una tapadera. Las idas de perola de los finales de casi todos los relatos tampoco están nada mal. Se deja ir pero bien el señor Slatsky y nos deja entre extrañados, cabreados por si nos está tomando el pelo y curiosos por saber dónde pillará la mierda onírica opioide que se mete.
