Rafa Poverello valoró Mort Cinder: 5 estrellas

Mort Cinder por H. G. Oesterheld, Alberto Breccia
En 1962, Héctor Germán Oesterheld y Alberto Breccia, quienes se encontraban en el cenit de su creatividad, dieron a luz …
Leo de todo, desde chico, gracias a mi mami maestra que me enseñó que los libros son como un viaje sorpresa a no sabes bien dónde, pero que siempre, o casi siempre, es un disfrute. Mi hermano me odiaba, porque yo encendía la luz del dormitorio bien temprano y se chivaba diciendo que no le dejaba dormir.
Ahora escribo, lo que no quiere decir que sea escritor, y lo hago porque disfruto más aún que cuando leo.
En el #fediverso me podéis encontrar como rafapoverello@hispagatos.space
Este enlace se abre en una ventana emergente
¡56% terminado! Rafa Poverello ha leído 28 de 50 libros.
En 1962, Héctor Germán Oesterheld y Alberto Breccia, quienes se encontraban en el cenit de su creatividad, dieron a luz …
En 1962, Héctor Germán Oesterheld y Alberto Breccia, quienes se encontraban en el cenit de su creatividad, dieron a luz …
Edición especial 50º Aniversario. En El eternauta, el gran clásico de ciencia ficción y aventuras argentino, Héctor G. Oesterheld (Ernie …
Edición especial 50º Aniversario. En El eternauta, el gran clásico de ciencia ficción y aventuras argentino, Héctor G. Oesterheld (Ernie …
El Silmarillion es el cuerpo central de los textos narrativos de J.R.R. Tolkien, una obra que no pudo publicar en …
El Silmarillion es el cuerpo central de los textos narrativos de J.R.R. Tolkien, una obra que no pudo publicar en …
Smaug parecía profundamente dormido cuando Bilbo espió una vez más desde la entrada. ¡Pero fingía estar dormido! ¡Estaba vigilando la …
Smaug parecía profundamente dormido cuando Bilbo espió una vez más desde la entrada. ¡Pero fingía estar dormido! ¡Estaba vigilando la …
En la adormecida e idílica Comarca, un hobbit llamado Frodo recibe un encargo: custodiar el Anillo Único y emprender el …
En la adormecida e idílica Comarca, un hobbit llamado Frodo recibe un encargo: custodiar el Anillo Único y emprender el …
Tras rememorar su infancia en "Corazón que ríe, corazón que llora", Maryse Condé retoma el camino de su vida y …
Insolación, de Emilia Pardo Bazán (1851-1921), fue en su época una novela escandalosa. El tema se consideraba escabroso y, por …
Insolación, de Emilia Pardo Bazán (1851-1921), fue en su época una novela escandalosa. El tema se consideraba escabroso y, por …
Si hace varios años a alguna persona bien aficionada a la lectura se le hubiera ocurrido hablarme de Coetzze, mi respuesta me habría dejado absolutamente en ridículo poniendo al descubierto mi tosquedad literaria: -¿Qué es un nuevo sabor de helado?
Por fortuna para mí, otro tosco amigo, en variadas ocasiones ironizaba con sarcasmo en mi presencia sobre la tesis doctoral de su futura (y actual) esposa sobre ni Dios sabe qué escritor sudafricano. Los rebotes de ella eran manifiestos y, como soy en extremo curioso y muy dado a conocer lo desconocido, le pregunté por el nombre, sus obras, su vida y me faltó exigirle sus medidas anatómicas: J. M. Coetzze. También por fortuna para mí, Marichús, que se llama la susodicha, me tiene en alta estima en lo referente a mi bagaje cultural y, ni corta ni perezosa, me regaló "Desgracia". Tardé en leerlo algo más de lo que …
Si hace varios años a alguna persona bien aficionada a la lectura se le hubiera ocurrido hablarme de Coetzze, mi respuesta me habría dejado absolutamente en ridículo poniendo al descubierto mi tosquedad literaria: -¿Qué es un nuevo sabor de helado?
Por fortuna para mí, otro tosco amigo, en variadas ocasiones ironizaba con sarcasmo en mi presencia sobre la tesis doctoral de su futura (y actual) esposa sobre ni Dios sabe qué escritor sudafricano. Los rebotes de ella eran manifiestos y, como soy en extremo curioso y muy dado a conocer lo desconocido, le pregunté por el nombre, sus obras, su vida y me faltó exigirle sus medidas anatómicas: J. M. Coetzze. También por fortuna para mí, Marichús, que se llama la susodicha, me tiene en alta estima en lo referente a mi bagaje cultural y, ni corta ni perezosa, me regaló "Desgracia". Tardé en leerlo algo más de lo que Usain Bolt corre los 200m.
Y lo curioso es que ni hoy por hoy podría resumir a ciencia cierta de qué trata, porque la novela es tan intensamente profunda y devastadora que nos sugiere y enmarca a cada habitante del mundo; en esa mierdecilla que somos, pero que se niega a creerse merecedora de la más nimia de los desgracias o a atreverse a ver como tal aquello que, con nuestro desprecio a la vida, a la dignidad, al resto de mortales..., nos hemos ganado a pulso. Cada une de nosotres somos David Lurie, en su pecado y en su virtud, y eso nos ha de hacer tener esperanzas en la reconciliación, en el perdón, en el abandono de la culpa...
Y la película de Jacobs tiene pase, por qué no, pero no le llega al libro ni al betún de los zapatos (a la suela, sí).
Comenta Fernando Villalobos en el prólogo que, en 1983, al actor Peter O’Toole le dio por leer, sin previo aviso, durante la reapertura del Gaiety Theatre de Dublín algunos fragmentos de «Una humilde propuesta». Se le ocurrió llevar a efecto su brillantísma idea delante de políticos, representantes de la cultura y otras personas de relevancia social. Cierto que al ínclito actor irlandés le perseguía un poco su fama de díscolo y de l’enfant terrible, pero los oídos bondadosos, tiernos, castos y solidarios que completaban el auditorio aquella noche no fueron capaces de soportar la despiadada sátira que representa el pequeño ensayo del no menos díscolo Jonathan Swift. Tras algunos momentos de asombro y malestar (lo mismo estirándose los lazos de sus corbatas o limpiándose el sudor copioso de sus frentes ilustres), muchos fueron abandonando el patio de butacas repletos de indignación.
Justo a finales de ese mismo año, 1983, el …
Comenta Fernando Villalobos en el prólogo que, en 1983, al actor Peter O’Toole le dio por leer, sin previo aviso, durante la reapertura del Gaiety Theatre de Dublín algunos fragmentos de «Una humilde propuesta». Se le ocurrió llevar a efecto su brillantísma idea delante de políticos, representantes de la cultura y otras personas de relevancia social. Cierto que al ínclito actor irlandés le perseguía un poco su fama de díscolo y de l’enfant terrible, pero los oídos bondadosos, tiernos, castos y solidarios que completaban el auditorio aquella noche no fueron capaces de soportar la despiadada sátira que representa el pequeño ensayo del no menos díscolo Jonathan Swift. Tras algunos momentos de asombro y malestar (lo mismo estirándose los lazos de sus corbatas o limpiándose el sudor copioso de sus frentes ilustres), muchos fueron abandonando el patio de butacas repletos de indignación.
Justo a finales de ese mismo año, 1983, el gobierno de coalición irlandés aprobaba la Octava Enmienda a la Constitución, que reconocía el derecho a los nonatos y que llevaba debatiéndose desde un par de años antes. No podía ser pues más oportuna la proposición de Swift elaborada cerca de dos siglos y medio antes y que trataba de dar salida útil a los niños y niñas nacidos en situaciones de indigencia cuyos progenitores seguramente iban a ser incapaces de mantener y bajo ningún concepto podían ser una carga para las arcas públicas y el resto de la sociedad.
No es mi intención destripar la ávida propuesta del escritor irlandés, pero si en el caso hipotético de que cualquiera de los Bardem se pusiera a proclamar a día de hoy en una Gala de los Goya algunas de las conclusiones de Swift, cualquier juez de pro, o la Ministra de Cultura de turno, o el presidente de la Academia pedirían su cabeza como si estuviéramos, justamente, en 1729, cuando se escribió el ensayo. Si fuera Guillermo Toledo lo mismo ya serían palabras mayores.
Al día siguiente, en la prensa, M. Rajoy y allegados, y la derecha más rancia y hasta cualquier líder de una supuesta izquierda que se dice anticapitalista pero se resiste a perder el más mínimo privilegio llenarían sus perfiles de redes sociales con vilipendios y elatas muestras de desprecio. Serían probablemente los mismos que apoyan el asesinato de niños en la guerra de Siria con sus exportaciones de armas; o quienes permiten que tiernos infantes se congelen de frío en los campos de refugiados de Grecia al negarles visados; o que otros mueran aplastados bajo las ruedas de los camiones por tratar de buscar una vida mejor en este Occidente que quiere hacer suyo el mundo… Por eso, esos politicuchos de tres al cuarto no soportan la sátira, igual que aquellos a los que dirigiera su ofensa Swift y a los que lastimara O’Toole con su inoportuna puesta en escena, porque lo que supone un broma para otros (que ya hicieran cientos de propuestas mejores, como fue en el caso de Swift en «A short view of the state of Ireland» tres años atrás ) es verdad y sarcasmo para ellos, para sus vidas tan dignas, tan buenas, tan impolutas.
Al inicio de otra obra certeramente satírica, «La conjura de los necios», publicada de manera póstuma apenas unos años antes del espectáculo de O’Toole en el Gaiety Theatre, su autor John Kennedy Toole (otra curiosa coincidencia) transcribía una frase de Jonathan Swift: «cuando aparece un gran genio en el mundo se le puede reconocer por esta señal: todos los necios se conjuran contra él». Habemus nescii. Una 'jartá'. Amemos la sátira. No va a llevar su lectura más de un cuarto de hora.