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Un libro que me compré en un aeropuerto, por leer algo mientras mi avión se retrasaba. Y menuda maravilla.

Es una historia muy tierna, con humor a veces sutil, a veces desternillante. Unos personajes que te dan ganas de abrazar todo el rato y, creo que lo que más me gusta, unes niñes que puedes creerte. En definitiva, personajes con buen diseño.

La historia, pese a ser previsible, te hace disfrutar del viaje. Que al final, es de lo que se trata. Me gusta el slow burn, me gusta la representación positiva que hace (de hecho, me encanta que la orientación de la gente no suponga ningún drama, los dramas van por otro lado) y una reflexión interesante sobre la bondad humana. ¿Se nace o se hace?

No sé si estaba más tierna de lo habitual, pero me ha gustado mucho. Tanto, que me he hecho una lista de música con las canciones del libro.

El gran acierto de esta historia son los personajes, no solo por su complejidad sino por la voz que consigue transmitirles la autora. Cada uno explica, en primera persona, los eventos de la novela con su lenguaje, sus sentimientos, sus distintos puntos de vista, su forma de pensar y ver el mundo.

La imaginación de la autora y su capacidad de crear mundos es muy evidente en esta obra, que nos lleva por un viaje espacial donde les protagonistes no solo huyen de un planeta, sino de un pasado de tristeza y tortura.

Es una obra ligera en la lectura a la par que bastante profunda en los temas que toca. Lo hace con respeto y empatía, sin recrearse en el dolor pero sin obviarlo. Tiene un buen ritmo, con giros inesperados (como la vida misma, la verdad).

La novela funciona tanto como historia cerrada como primera entrega de una saga más amplia. Personalmente, me gustaría la segunda opción.