Cuentos realmente perdidos
La segunda parte del Libro de los Cuentos Perdidos es paradójica. Contiene historias que prácticamente llegaron tal cual al Silmarillion, en un formato muy terminado (aunque siempre hubo detalles que Tolkien fue cambiando con el tiempo). Pero a cambio tenemos otras de las que Tolkien dejó únicamente esbozos, y en algún caso tan poco material que su hijo Christopher fue incapaz de hacer nada con ellos para poder publicarlos, hasta este libro. Y eso nos deja lamentándonos: ¿qué habría hecho Tolkien de haber podido darnos los Viajes de Earendel? ¿Cómo habría unificado eso sus primeros poemas con el Legendarium posterior? ¿Y el final de la historia de Húrin y Morwen? ¿Y esos esbozos de las últimas batallas, de Túrin y Nienor como Valar luchando contra Melko? ¿Cuántas cosas hemos perdido del todo?
Pero al menos podemos disfrutar de estas primeras versiones de Beren y Lúthien, con el maravilloso personaje de Tevildo, que nos habría sido negado salvo por esta publicación; o de cómo era el Túrin original; o el antecesor de Thingol (a quien ya se le veían los ramalazos codiciosos); y unos Enanos mucho más cercanos a la Oscuridad de lo que fueron después...
Nuevamente, estos Cuentos Perdidos son para gente que, habiendo leído y disfrutado varias veces el Silmarillion, quiere conocer esta otra visión, mucho más inocente y cruda, de las historias de los Años Antiguos, y de sus diferencias con lo que finalmente fueron. Y teniendo clara esa pretensión, es un auténtico disfrute.