La miseria y el miedo a morir no pueden idealizarse ni considerarse con romanticismo. Son lo único que no se deja vestir con bellas palabras. Son feos y afean, huelen mal, transforman a las personas en animales acosados que luchan por so-brevivir, y sólo en raros casos singulares hacen de ellas mártires y santos. Nuestro pasado fue una existencia de ratas, fue humi-lación y privación de dignidad, impotencia y odio, enfermedad y muerte, huida y astucia, sudor de miedo y castañeteo de dien-tes, albergues sucios, ropa remendada y alubias blancas. jUn pasado transfigurado! Pitt, fue destrucción física, anímica e in-telectual, fue una pesadilla de ocho años de la cual uno despertaba de vez en cuando con un grito o gimoteo para darse cuenta de que la pesadilla era realidad.
— Tú no eres como otras madres por Angelika Schrobsdorff (Página 520)