Leyó: «Los del comité judío siguen apoyándome pero no pueden hacer nada para que yo siga aquí, porque como judío al cincuenta por ciento no pueden inscribirme (sólo si fuera al cien por cien podrían hacerlo) ni representarme ante la policía. Me dicen que "mire a ver cómo me las arreglo", que no pueden hacer nada aunque quieran...». ¡Ay, Dios, está entre la espada y la pared! Primero se mete en la boca del lobo por declararse judío completo y ahora por serlo sólo a medias. ¿Es que todos se han vuelto locos? ¡Y cómo no voy a volverme loca yo!
— Tú no eres como otras madres por Angelika Schrobsdorff (Página 383)