Se imaginó el entusiasmo de la asamblea, un entusiasmo sobrio e inteligente, por supuesto. Se imaginó el final de la asamblea cuando... y en ese instante su experiencia se impuso y le mostró lo que ocurriría. En primer lugar, en la asamblea solo estarían algunos de los diversos grupos socialistas. Muy pocos, desde luego, se prestarían a ceder la hegemonía de sus pequeños grupos a algo que pretendía acabar con los pequeños grupos. La asamblea lanzaría a algunas personalidades fuertes que llevarían la voz cantante y se convertirían en líderes, pero no tardarían en discutir entre ellos y convertirse en enemigos y constituir movimientos rivales. En un abrir y cerrar de ojos, este movimiento para acabar con los cismas habría provocado uno más. Siempre sucedía igual.
— Cuentos europeos por Doris Lessing (Página 870)
Aaaah, la eterna disputa en grupúsculos de la izquierda en busca del más puro. Parece que hay cosas que nunca cambian.