Es un poco inclasificable, como todo lo que está escribiendo Kaplan últimamente. Su premisa -o más bien, la excusa para darle un hilo conductor al viaje- es que la esencia de Europa se ha trasladado a la región del Adriático, donde confluyen el centro (representado por la herencia austro-húngara) y el sur (Italia) de Europa con el orientalismo de los eslavos del sur y los mulsumanes herederos del antiguo imperio otomano. Conviven capítulos en los que se reconoce muy bien ese estilo a medio camino entre literatura de viajes y reporterismo con otros en los que se deja llevar por la digresión literaria y su bagaje como lector. Personalmente, he disfrutado muchísimo de los capítulos del primer grupo (Croacia, Bosnia, Albania) y bastante menos de los del segundo (Rímini y Venecia,solo para fans de Kaplan. Por cierto, aunque ya lo apuntaba en otros libros, es muy meritoria su honestidad intelectual que realiza con un largo mea culpa sobre su postura snte la segunda guerra de Irak.