Pushkin es, para la Literatura rusa, el Poeta con mayúsculas, el equivalente a nuestro Cervantes, Shakespeare para los ingleses o Dante para la lengua italiana. Como amante de los grandes novelones decimonónicos, hace tiempo tenía pendiente asomarme a este autor que fue inspiración de tantos grandes autores (Gogol, Turguenev, Tolstoi, Dostoevsky...) y cuyas obras han dado lugar a grandísimas óperas. La hija del capitán es una novelita ambientada durante la rebelión de Pugachov que nos permite asomarnos a la Rusia de la época: la absoluta preponderancia de la nobleza, la sumisión absoluta a esta de todo lo demás, el desprecio de la clase dominante sobre campesinos y judíos, la ineptitud de los cuadros del ejército -dominado por el clasismo y el nepotismo- y el delicado ambiente social que daría lugar a frecuentes rebeliones y levantamientos contra el poder establecido. Falta la profundidad psicológica y la construcción de los personajes de las novelas que vendrían durante el siglo de oro de la literatura rusa. Aquí los personajes son planos, estereotípicos, al servicio de una historia de aventuras y amor romántico muy de su época.