Nueva Orleans, 2021. John Kennedy Toole se revuelve en un montón de basura. Sí, lo han adivinado. El mayor genio literario de Luisiana acaba de volver a la vida en una ciudad hostil que, paradójicamente, lo idolatra.
El humor, que yo no sé definir porqué no soy tan inteligente como Abel, me ha encantado. Me lo he pasado pipa navengando por esta história satírica y negra del mundo editorial. Un aura oscura que te acompaña durante todo el camino que no quieres dejar. Una joia, no os la perdáis.
A primera vista, la apuesta era difícil: unir humor y novela negra, con un toque de surrealismo, alrededor de una revisión bien estudiada de la famosa novela La conjura de los necios y la historia de su publicación, en una Nueva Orleans caricaturizada pero reconocible. Y sí, era una apuesta difícil, pero claro, es que era mi primera novela de Abel Amutxategi: tras las primera -desconcertantes- páginas descubrí que el talento de este autor para unir los estilos de gente tan dispar como Wodehouse o Pratchett (¿quién se resiste a unas buenas notas a pie de página?) convertía esta apuesta en perfectamente razonable.
Y así ha sido, ofreciéndonos una historia que, jugando con los clichés de varios géneros a la vez, se resuelve como redonda, coherente y extremadamente satisfactoria. Eso sí, corta: no me duró ni un fin de semana.
Así que ahora tocará ir hacia atrás e ir adquiriendo …
A primera vista, la apuesta era difícil: unir humor y novela negra, con un toque de surrealismo, alrededor de una revisión bien estudiada de la famosa novela La conjura de los necios y la historia de su publicación, en una Nueva Orleans caricaturizada pero reconocible. Y sí, era una apuesta difícil, pero claro, es que era mi primera novela de Abel Amutxategi: tras las primera -desconcertantes- páginas descubrí que el talento de este autor para unir los estilos de gente tan dispar como Wodehouse o Pratchett (¿quién se resiste a unas buenas notas a pie de página?) convertía esta apuesta en perfectamente razonable.
Y así ha sido, ofreciéndonos una historia que, jugando con los clichés de varios géneros a la vez, se resuelve como redonda, coherente y extremadamente satisfactoria. Eso sí, corta: no me duró ni un fin de semana.
Así que ahora tocará ir hacia atrás e ir adquiriendo el resto de las novelas de Abel, porque esta atmósfera oscura pero a la vez hilarante que he encontrado aquí es algo que quiero repetir.