Miguel Ocaña reseñó Marx juega de Antonio Flores Ledesma
Aprender jugando y jugar aprendiendo
5 estrellas
Cuando descubrí este libro me encantó la idea de base, porque de primeras suena muy loco mezclar marxismo y videojuegos. Era una apuesta interesante por arriesgada, pero la verdad es que siendo de una editorial pequeña pensé que lo mismo sólo se trataba de clickbait y contenido aburrido más allá del título. O quizá un contenido demasiado simplificado apuntando al estereotipo videojueguil, dando lugar a un libro de entretiempo por el que pasar rápido.
Por eso me alegro mucho de haberme equivocado, he aprendido de las dos cosas: de videojuegos y de marxismo, y me parece que Antonio ha hecho un trabajo de recopilación, imaginación y condensación muy bueno. Esperaba un trabajo imaginativo, pero me ha sorprendido la "profundidad condensada", a sabiendas de que se deja muchas cosas al reducir a autores y autoras (con una parte feminista muy interesante) a un pequeño capítulo y un par de ideas.
Resumiendo, …
Cuando descubrí este libro me encantó la idea de base, porque de primeras suena muy loco mezclar marxismo y videojuegos. Era una apuesta interesante por arriesgada, pero la verdad es que siendo de una editorial pequeña pensé que lo mismo sólo se trataba de clickbait y contenido aburrido más allá del título. O quizá un contenido demasiado simplificado apuntando al estereotipo videojueguil, dando lugar a un libro de entretiempo por el que pasar rápido.
Por eso me alegro mucho de haberme equivocado, he aprendido de las dos cosas: de videojuegos y de marxismo, y me parece que Antonio ha hecho un trabajo de recopilación, imaginación y condensación muy bueno. Esperaba un trabajo imaginativo, pero me ha sorprendido la "profundidad condensada", a sabiendas de que se deja muchas cosas al reducir a autores y autoras (con una parte feminista muy interesante) a un pequeño capítulo y un par de ideas.
Resumiendo, para mí un libro genial porque ha conseguido que vuelva a jugar con otra mirada después de un tiempo parado, y por otro porque ahora me resulta más fácil distinguir las ramas del marxismo.
Entre mis próximas lecturas seguro que se encuentra algo de Rosa Luxemburgo o Gramsci.
Quizá es que soy justo de ese pequeño público del que Antonio habla en la introducción y al que va dirigida la obra, no lo sé. O quizá es un paso más que puede disfrutar cualquiera con uno de los dos intereses y que nos lleve a una consciencia social.
De cualquier forma un libro excelente mientras decidimos si reforma o revolución.