Publicado el 18 de Diciembre de 2011 por Plume Books.
El protagonista de la novela es Diego Alatriste, un capitán español de los tercios de Flandes. Los personajes principales serán Alatriste e Iñigo Balboa, que ya tiene 17 años, y no tiene problemas en expresar su rebeldía. Junto a otros compañeros, viejos conocidos y nuevas figuras, vivirán aventuras a bordo de la Mulata, una galera de 24 bancos. Se enfrentarán a corsarios, atacarán embarcaciones turcas y otras galeras cristianas.
Durante casi dos años serví con el capitán Alatriste en las galeras de Nápoles. Por eso hablaré ahora de escaramuzas, corsarios, abordajes, matanzas y saqueos. Así conocerán vuestras mercedes el modo en que el nombre de mi patria era respetado, temido y odiado también en los mares de Levante. Contaré que el diablo no tiene color, ni nación, ni bandera; y cómo, para crear el infierno en el mar o en la tierra, no eran menester más que un español y …
El protagonista de la novela es Diego Alatriste, un capitán español de los tercios de Flandes. Los personajes principales serán Alatriste e Iñigo Balboa, que ya tiene 17 años, y no tiene problemas en expresar su rebeldía. Junto a otros compañeros, viejos conocidos y nuevas figuras, vivirán aventuras a bordo de la Mulata, una galera de 24 bancos. Se enfrentarán a corsarios, atacarán embarcaciones turcas y otras galeras cristianas.
Durante casi dos años serví con el capitán Alatriste en las galeras de Nápoles. Por eso hablaré ahora de escaramuzas, corsarios, abordajes, matanzas y saqueos. Así conocerán vuestras mercedes el modo en que el nombre de mi patria era respetado, temido y odiado también en los mares de Levante. Contaré que el diablo no tiene color, ni nación, ni bandera; y cómo, para crear el infierno en el mar o en la tierra, no eran menester más que un español y el filo de una espada. En eso, como en casi todo, mejor nos habría ido haciendo lo que otros, más atentos a la prosperidad que a la reputación, abriéndonos al mundo que habíamos descubierto y ensanchado, en vez de enrocarnos en las sotanas de los confesores reales, los privilegios de sangre, la poca afición al trabajo, la cruz y la espada, mientras se nos pudrían la inteligencia, la patria y el alma. Pero nadie nos permitió elegir. Al menos, para pasmo de la Historia, supimos cobrárselo caro al mundo, acuchillándolo hasta que no quedamos uno en pie.