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3 estrellas
No soy yo muy fan del Japón feudal, así que haya conseguido tenerme interesada hasta el final le hace ganar muchos puntos.
Se agradece la obvia documentación y la prosa reposada aunque a veces peca de pomposa. Los personajes son monos pero más planos que las hojas de sus katanas (Los buenos son buenísimos, los malos malísimos).