Confieso que soy extremadamente imparcial con Murakami, me gusta, me gusta mucho. Me engancha tanto su mundo que no quiero dejarlo, no me permito estar en otro 'estado', quiero vivir en ese mundo donde nada pasa pero todo parece cambiar inevitablemente. Quiero dejarme ir, olvidarme de la vida 'real' y vivir la 'absurda realidad' que nos ofrece. La alienación social de sus protagonistas alimenta esa peligrosa misantropía en la que todes nos vemos abocades y me encanta dejarme llevar por esa sensación.

En esta novela más que en cualquier otra de este autor veo que para mi Murakami es un 'Kafka aplicado'. Esa fina barrera que divide lo real de la fantástico pero con una diferencia: Murakami parece querer dar explicación a aquello que Kafka ofrece sin titubear: el 'absurdo'. Lo que me magnetiza del escritor japonés es esa esperanza de que todo va a tener sentido, ese jugar con nuestro raciocinio y en definitiva, poner en juego al determinismo, hacernos dudar del realismo. Para un escéptico como yo es una constante lucha entre convicciones y dudas que disfruto enormemente pongan contra las cuerdas.

De mis novelas favoritas de este escritor.