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Capítulo 6

Este es el capítulo dedicado a los fantasmas. En realidad esta fantasmagoría está muy presente durante toda la narración. Asistimos aquí con estupor a la presentación y presencia latente de los hijos que se fueron, desaparecieron en esa bestia hambrienta que es la guerra o murieron cuando apenas llegaron a retoñar. Este corte es premonitorio, nos habla de hasta que punto Ainielle y su futuro estaban condenados, rebosantes ya de muerte antes del silencio final que cae, amarillo y fúngico, helado y afilado, sobre el pueblo.

respondió al estado de Señó Moshuelo 🦉

Capítulo 7

La víbora. Una tramo altamente simbólico y angustioso. ¡Qué florituras descriptivas! Florituras que no son adornos y que nos acercan a la jondura del sentir y el recordar del personaje principal.
Llegué a sentir angustia y miedo, a temer a ese veneno recorriendo la sangre y la memoria. Aquí se ve bien a las claras el componente poético en cuanto a lenguaje abierto que usa llamazares. Esa ponzoña no lo es sólo en lo físico, es el veneno de la serpiente y es el veneno en todas sus acepciones y posibles ámbitos de acción y efecto.
Me ha encantado, por hipnótico, este capítulo, pleno de simbología, de ese no decir para mostrar más que tanto me gusta y me seduce en esta obra.

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Capítulo 7 (cont.)

Las descripciones del delirio febril provocado por la picadura de la víbora son pura pesadilla, el tempo de este periodo de convalecencia, cómo lo expande, es sublime. Y el final del capítulo, ese nido de serpientes en la cuna del niño-monstruo, es que es un puñetero poema de horror, visual y sensitivo al máximo, pura expresión de inminencia, amenaza y terror.

Capítulo 8

“las últimas miradas de los muertos” Reflexión sobre qué es la muerte, la propia y la ajena, su concepción idealista e idealizada en nuestras vidas, su componente repulsivo. Completísimo ensayo mínimo sobre este tema.
Este capítulo me hizo cavilar y plantearme mi relación con la muerte, cómo hoy este proceso tan natural se oculta tras una asepsia comercial y hortera. Cuánto mal gusto y remilgos hay en las formas actuales de acompañar a nuestros muertos, en las maneras en que hoy pensamos y actuamos ante el fin de la vida.

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Capítulo 8 (cont.)

La lechuza como emisaria, símbolo ancestral y casi arquetípico. Estremecedor cómo Sabina espanta a pedradas a la que anuncia la muerte del abuelo.
En este capítulo pude extraer un aprendizaje, un carme cuen: no hay que temer a la muerte, sino a la vida renca y vil. Si nos dejamos, la propia existencia nos lleva al final de forma natural y nos lo presenta como alivio y remanso para descansar.