No soy muy de leer diarios íntimos de escritoras, ni género epistolar, pero con Begoña Méndez estoy entrando a todo (y disfrutándolo bastante). Vuelve a generar unas imágenes bellísimas de lo que otras escribieron antes (aunque tuviera que ver con sus anhelos de morir). No es explícita pero irradia ese tipo de feminismo que supone mirar a las otras alos ojos, entender sus opresiones y abrazarlas. Un libro muy chiquito, muy de habitar un bolsillo.