Viktor es un escritor arruinado: está sin blanca, lo ha dejado su novia, tiene frío.
Imaginen si se siente solo que decide adoptar a un pingüino. No sabe que este nuevo compañero de piso, Misha, también está deprimido: suelta suspiros melancólicos cuando chapotea en la bañera de agua helada y se encierra en la habitación como un adolescente. Ahora Viktor no solo está triste, sino que debe consolar a su amigo. Y además alimentarlo. Todo se complica cuando un gran periódico le encarga escribir esquelas de personajes públicos que aún están vivos. Parece una tarea fácil. Pero no lo es: los protagonistas de sus necrológicas empiezan a fallecer en extrañas circunstancias poco después de que escriba sobre ellos. Misha y Viktor se ven atrapados en una trama absurda y violenta.
Traducción: Mario Grande y Mercedes Fernández (Atalaire) Ilustración: Olga Capdevila
Viktor es un escritor arruinado: está sin blanca, lo ha dejado su novia, tiene frío.
Imaginen si se siente solo que decide adoptar a un pingüino. No sabe que este nuevo compañero de piso, Misha, también está deprimido: suelta suspiros melancólicos cuando chapotea en la bañera de agua helada y se encierra en la habitación como un adolescente. Ahora Viktor no solo está triste, sino que debe consolar a su amigo. Y además alimentarlo. Todo se complica cuando un gran periódico le encarga escribir esquelas de personajes públicos que aún están vivos. Parece una tarea fácil. Pero no lo es: los protagonistas de sus necrológicas empiezan a fallecer en extrañas circunstancias poco después de que escriba sobre ellos. Misha y Viktor se ven atrapados en una trama absurda y violenta.
Traducción: Mario Grande y Mercedes Fernández (Atalaire)
Ilustración: Olga Capdevila
Tener un pingüino como mascota, querer ser un gran escritor y acabar redactando esquelas premonitorias de las que (casi) nadie sabe que tú eres el autor, alquilar al pingüino para que dé empaque en los funerales, sentir que tu vida no tiene sentido y que todo es frío y absurdo.