Amor rizomático
5 estrellas
Lo primero, me gustaría felicitar a los autores. Sin conocerlos personalmente (¡aunque tuve ocasión de hacerme firmar el libro por Javi en la Feria del Libro de Madrid!), puedo imaginar tan solo leyéndolos la cantidad de conversaciones y lecturas que habrán compartido, la cantidad de experiencias que habrán atravesado, junto con otras personas, a lo largo de años y durante la confección de estos libros. Y el libro es una maravillosa cristalización de ello con la que ofrecen a los lectores unas maravillosas píldoras de esa “sabiduría relacional” que una va construyendo con los otros cuando ensaya nuevos -mejores- modos de relacionarse y habitar entre/con los otros.
Desde el inicio, he apreciado el enfoque del libro, en buena medida porque comparto sus tesis centrales: el amor como praxis más que como sentimiento, la vinculación de las prácticas amorosas contemporáneas con el capitalismo (y no solo con su estadio neoliberal) y …
Lo primero, me gustaría felicitar a los autores. Sin conocerlos personalmente (¡aunque tuve ocasión de hacerme firmar el libro por Javi en la Feria del Libro de Madrid!), puedo imaginar tan solo leyéndolos la cantidad de conversaciones y lecturas que habrán compartido, la cantidad de experiencias que habrán atravesado, junto con otras personas, a lo largo de años y durante la confección de estos libros. Y el libro es una maravillosa cristalización de ello con la que ofrecen a los lectores unas maravillosas píldoras de esa “sabiduría relacional” que una va construyendo con los otros cuando ensaya nuevos -mejores- modos de relacionarse y habitar entre/con los otros.
Desde el inicio, he apreciado el enfoque del libro, en buena medida porque comparto sus tesis centrales: el amor como praxis más que como sentimiento, la vinculación de las prácticas amorosas contemporáneas con el capitalismo (y no solo con su estadio neoliberal) y con el patriarcado, la imbricación de lo personal y lo político... Han sido particularmente interesantes para mí algunos pasajes como la aplicación del concepto de fetichismo de la mercancía al análisis de lo romántico (en “Fetichización del amor” y en “Fetiche para unas, poder para otros”) o la vinculación entre romanticismo y consumismo, en los que quizá nunca me había detenido a pensar, así como la manera en la que plantean el problema de la “Obligatoriedad sexual” en relación con el modo de concebir y tratar el deseo bajo la monogamia (el concepto de “violencia epitímica” aquí propuesto me ha parecido muy útil e interesante).
Pero, posiblemente, la parte que más he disfrutado ha sido la tercera. Y es que, en particular en el capítulo “Ecología de las relaciones rizomáticas”, ha puesto palabras a muchas cosas que hasta ahora he estado manejando en mi vida y/o con mis vínculos de manera tentativa e intuitiva (a propósito de la importancia de crear lenguaje, de la que hablan aquí también Myriam y Javi...). Me ha fascinado el concepto de “régimen de potencias” y la atención a los matices con la que lo proponen. La noción de “dilema del umbral” es potentísima a la hora de explicar por qué no podemos pensar la no-monogamia como una cuestión puramente de elección individual, lo cual está estrechamente relacionado con la dimensión material de las prácticas relacionales (sobre las que reflexionan en el capítulo “El discreto encanto de la burguesía”). El propio concepto de “amor rizomático” me parece destacable. En tanto yo me he aproximado a este tema desde otros referentes, lo he encontrado afín a la idea de “anarquía relacional” (que, si no recuerdo mal, los autores también mencionan).
Aprecio muchísimo, en esta parte propositiva del libro, la combinación de finura y compasión desde la que está escrita, atendiendo a las dificultades reales que emprender esta senda supone, haciendo un llamado contra el moralismo (“No es mi culpa, no es mi culpa, no es mi gran culpa”) y a la vez resistiéndose a la resignación y al inmovilismo. El espíritu que atraviesa el libro, en este sentido, me parece enormemente radical y desafiante y, a la vez, profundamente amable. Muy relacionado con esto, aprecio y comparto el énfasis en construir redes y comunidades de afectos basadas en el respeto, la responsabilidad, la comunicación, el cuidado y la atención a las señales (a los “acontecimientos”, a los “fantasmas”, al lenguaje, a las singularidades de nuestros amores...), más que en la necesidad de tirarnos de cabeza a eliminar la exclusividad sexual de nuestras relaciones de pareja y derrotar heroicamente al “monstruo” de los celos. Todo esto es posible gracias a la otra tesis central para este apartado, que es la sustitución de recetas y prescripciones en favor de prácticas “locales” y descentralizadas, flexibles, singulares.
Vamos, que cierro este libro dejándolo lleno de subrayados y anotaciones, deseando compartirlo con mis personas para que lo llenen con los suyos. Recomiendo esta lectura ya no solo a quien esté interesado en el “mundillo” de lo no monógamo, sino a toda persona que crea en la importancia de los vínculos, de los afectos y de los espacios colectivos atravesados ellos mismos por vínculos y afectos.