print book, 392 páginas
Idioma Spanish
Publicado el 19 de Febrero de 2017 por Errata naturae.
print book, 392 páginas
Idioma Spanish
Publicado el 19 de Febrero de 2017 por Errata naturae.
Annie Dillard fue una de las primeras mujeres que decidió desafiar desde la escritura y de forma rigurosa el estereotipo masculino del hombre de la frontera y de su relación con la naturaleza salvaje. Para ello, tras superar una neumonía que estuvo a punto de costarle la vida con apenas veintiséis años, se trasladó a un valle de la cordillera de los Apalaches y comenzó a escribir.
Así surge Una temporada en Tinker Creek, un libro en el que Dillard recogió la extraordinaria y fructífera influencia de grandes autores como Henry David Thoreau, John Muir o Aldo Leopold, pero dándoles en cierto modo la vuelta. El libro recibió el Premio Pulitzer de Ensayo, fue incluido entre los 100 Mejores Ensayos del siglo XX según la prestigiosa Modern Library, y se ha convertido en un auténtico clásico de nuestro tiempo y en uno de los libros más influyentes de la …
Annie Dillard fue una de las primeras mujeres que decidió desafiar desde la escritura y de forma rigurosa el estereotipo masculino del hombre de la frontera y de su relación con la naturaleza salvaje. Para ello, tras superar una neumonía que estuvo a punto de costarle la vida con apenas veintiséis años, se trasladó a un valle de la cordillera de los Apalaches y comenzó a escribir.
Así surge Una temporada en Tinker Creek, un libro en el que Dillard recogió la extraordinaria y fructífera influencia de grandes autores como Henry David Thoreau, John Muir o Aldo Leopold, pero dándoles en cierto modo la vuelta. El libro recibió el Premio Pulitzer de Ensayo, fue incluido entre los 100 Mejores Ensayos del siglo XX según la prestigiosa Modern Library, y se ha convertido en un auténtico clásico de nuestro tiempo y en uno de los libros más influyentes de la nature writing.
En él se relatan sus exploraciones en la naturaleza salvaje del estado de Virginia, durante las cuales da cuenta de una capacidad de observación que resulta tan insólita como reveladora. Dillard puede acechar ratas almizcleras o intuir las leyes de la mecánica ondulatoria por la que vibran todas las cosas; puede observar el paso migratorio de un millón de mariposas monarcas o soñar con la última manada de caribús árticos; puede jugar al escondite inglés con las aves acuáticas o desentrañar la historia de una misteriosa piel de serpiente. Pero, sobre todo, Dillard entremezcla lo que ve con lo que piensa y lo que siente, convirtiendo este libro en una de las reflexiones más lúcidas y extraordinarias sobre la esencia última de la naturaleza, sobre la belleza y el horror que en ella se entremezclan, sobre el azar que rige en última instancia todo lo vivo y sobre el poder del presente en un mundo en constante y silenciosa mutación.
«Dillard y sólo Dillard ha sido capaz de crear una prosa a la altura del estilo único y trascendental de Henry David Thoreau». Edward Abbey
«Una temporada en Tinker Creek es una extraordinaria meditación acerca de nuestra propia capacidad para observar. Dillard te abre los ojos al mundo y a nuevas formas de ver». Eudora Welty
«Un vibrante redescubrimiento de los bosques. Dillard recorre un rincón de tierra salvaje y nos guía por los aún oscuros misterios de la frontera con la civilización». The New York Times
«Annie Dillard acecha al lector con sus intuiciones y cuestionamientos con la misma naturalidad y sencillez con la que un depredador enfrenta a su presa». Time Magazine
«Una temporada en Tinker Creek es uno de los mejores libros de naturaleza jamás escritos». The Saturday Evening Post
«¿Qué clase de escritora es Annie Dillard? Aquella que muy pronto decide definirse en términos que van más allá de lo literario: como una exploradora de la cotidianidad, una fugitiva y una vagabunda del lenguaje, una pasajera en busca de signos, una stalker de la experiencia, un instrumento para la caza». Geoff Dyer
«La imaginación de Dillard ha encontrado su morada en Tinker Creek: en la cruda y al tiempo lírica conciencia de las inalcanzables profundidades del mundo físico». The Washington Post